El primer ministro francés, François Bayrou, ha anunciado un ambicioso plan de ajuste presupuestario que busca reducir el déficit del país en 43.800 millones de euros para el año 2026. Durante una conferencia de prensa, Bayrou enfatizó que «todo el mundo participará en el esfuerzo» para enfrentar lo que él describe como una «trampa mortal» de deuda que asfixia las finanzas públicas de Francia. Este anuncio se produce en un contexto donde la deuda nacional ha alcanzado niveles alarmantes, representando el 113,9% del PIB, lo que equivale a más de un año de producción económica del país.
La situación financiera de Francia ha sido complicada durante décadas, con ingresos que han estado por debajo de los gastos en los presupuestos del Estado, la Seguridad Social y las autoridades locales durante los últimos 50 años. Esto ha llevado a una cultura de «adicción al gasto público», según Bayrou, quien ahora se ve obligado a implementar recortes significativos en el sector público. Entre las medidas más drásticas se incluye la eliminación de 3.000 puestos de trabajo en el sector público y la congelación de las prestaciones sociales, a pesar de la creciente inflación.
Una de las decisiones más controvertidas ha sido la supresión de dos días festivos: el 8 de mayo y el lunes de Pascua. Esta medida busca aumentar la productividad de los trabajadores franceses, que actualmente se encuentra por debajo de la media europea. Sin embargo, ha generado una fuerte oposición, especialmente del partido de extrema derecha, Agrupamiento Nacional, que ha manifestado su rechazo a esta medida a través de las redes sociales.
El Instituto Nacional de Estadística de Francia (INSEE) ha advertido que la deuda nacional ha crecido de manera insostenible, lo que ha llevado a una doble penalización para los ciudadanos. Bayrou, al presentar su plan, hizo hincapié en que no desea repetir los errores de Grecia durante la crisis de 2008, donde se recortaron pensiones y salarios de funcionarios. A pesar de esto, el primer ministro ha dejado claro que está dispuesto a llevar a cabo un plan de recortes impopular para «salvar a Francia».
**Recortes y Reformas en el Sector Público**
El plan de recortes no solo afecta a los empleados públicos, sino que también incluye cambios en la legislación laboral y en la ayuda al desempleo. Bayrou ha propuesto iniciar negociaciones con los interlocutores sociales para facilitar la contratación y aumentar la oferta de empleo. En los últimos años, la duración de la ayuda al desempleo ha disminuido de 18 a 13,5 meses, y el mínimo de trabajo requerido para acceder a esta ayuda ha pasado de 6 a 5 meses en un período de 24 meses.
A pesar de los recortes en el sector público, el gobierno ha decidido aumentar el gasto militar, con planes de doblar este gasto en los próximos diez años. Se prevé que el presupuesto militar alcance los 3.500 millones de euros en 2026 y 3.000 millones en 2027, lo que ha suscitado críticas sobre la priorización de la defensa frente a las necesidades sociales.
Además, el gobierno implementará una «contribución solidaria» para las grandes fortunas, buscando que quienes tienen más contribuyan de manera proporcionalmente mayor al esfuerzo nacional. Bayrou ha subrayado que el esfuerzo debe ser equitativo para frenar el aumento de la deuda, y se presentarán medidas adicionales para combatir la optimización abusiva de activos improductivos.
**Desafíos Políticos y Reacciones de la Oposición**
El anuncio de Bayrou no ha estado exento de controversia. La oposición ha dejado claro que está dispuesta a desafiar al gobierno en el Parlamento. Marine Le Pen, líder del partido ultraderechista, ha advertido que si el primer ministro no revisa su plan, se enfrentará a una censura. Le Pen ha criticado la falta de propuestas concretas para reducir los costos de la inmigración y las subvenciones a fuentes de energía intermitentes, como la solar y la eólica.
La situación política en Francia es tensa, y el gobierno se encuentra en una posición vulnerable. La amenaza de censura y la oposición a los recortes podrían complicar la aprobación del presupuesto necesario para implementar estas medidas. A medida que el gobierno de Macron enfrenta críticas tanto de la oposición como de sus propios aliados, la viabilidad de este plan de ajuste se convierte en un tema central en el debate político francés.
Con un panorama económico incierto y un descontento creciente entre la población, el futuro de las finanzas públicas en Francia dependerá de la capacidad del gobierno para navegar estos desafíos y lograr un consenso en torno a sus propuestas.