El 5 de abril de 2025 marca un hito significativo en la historia política de España, ya que se cumplen 25 años desde que José Antonio Labordeta, el icónico cantautor y político aragonés, hizo su entrada en el Congreso de los Diputados. Su llegada a la Cámara Baja no solo simbolizó un cambio en la representación política de Aragón, sino que también dejó una huella imborrable en la memoria colectiva del país.
Labordeta, quien se presentó como parlamentario por Chunta Aragonesista, se convirtió rápidamente en una figura emblemática durante una legislatura marcada por la mayoría absoluta del Partido Popular bajo el liderazgo de José María Aznar. Este periodo estuvo caracterizado por eventos significativos como la guerra de Irak y el desastre ecológico del Prestige, que generaron un clima de descontento en amplios sectores de la sociedad española.
Uno de los momentos más recordados de su carrera fue su famoso grito de «¡A la mierda!» dirigido a los diputados del PP, un acto que resonó con el sentir de muchos ciudadanos que se sentían ignorados por el gobierno. Este gesto no solo capturó la atención de los medios, sino que también se convirtió en un símbolo de resistencia y autenticidad en la política española.
La familia de Labordeta, compuesta por su viuda Juana de Grandes y sus hijas Ángela y Paula, ha compartido sus recuerdos sobre el impacto que tuvo su entrada al Congreso. Juana recuerda que, aunque no fue una sorpresa su salto a la política nacional, sí fue un paso significativo que reflejaba su compromiso con la política desde una edad temprana. «Desde que le conocí, era un hombre político», afirma.
Ángela, por su parte, destaca que su padre se sintió emocionado al asumir el cargo, aunque pronto se desilusionó por la falta de oportunidades para hacer cambios significativos debido a la mayoría absoluta del PP. «La primera vez no salió, pero en la segunda, con 65 años, marchó con ilusión», recuerda.
La etapa de Labordeta en el Congreso, que se extendió desde 2000 hasta 2008, fue un periodo de aprendizaje y adaptación. Su hija Paula menciona que su curiosidad lo llevó a Madrid, donde disfrutó de la experiencia y formó amistades duraderas. Sin embargo, también enfrentó desafíos, como la falta de apoyo para las iniciativas que defendía.
Uno de los aspectos más destacados de su carrera fue su capacidad para conectar con la gente. Paula recuerda que, tras su famoso grito en el Congreso, muchos ciudadanos se acercaron a él para expresar su apoyo. «Por fin lo has dicho», le decían, lo que demuestra cómo su autenticidad resonaba con el público.
A medida que se conmemoran 25 años de su entrada al Congreso, surge la pregunta de qué pensaría Labordeta sobre la política actual. Su familia coincide en que se sentiría angustiado por la situación global, incluyendo la guerra en Gaza y el retroceso en derechos humanos que se ha observado en los últimos años. Juana afirma que «posiblemente diría que no hemos aprendido nada» y que le dolería ver cómo se han desvanecido algunos de los logros sociales.
El legado de Labordeta sigue vivo en la memoria de muchos aragoneses, quienes continúan expresando su deseo de contar con un líder como él en la actualidad. «Todos los días, la gente nos dice que quien mejor ha representado los intereses de Aragón fue Labordeta», concluyen sus hijas, reflejando el profundo impacto que tuvo en la política y en la sociedad española.
En un momento en que la política parece estar marcada por la polarización y la desconfianza, el recuerdo de Labordeta como un político auténtico y comprometido resuena más que nunca. Su legado invita a la reflexión sobre la importancia de la representación y la voz de los ciudadanos en la esfera política, un aspecto que sigue siendo crucial en la actualidad.