La reciente tensión en el seno de Podemos ha cobrado protagonismo tras las declaraciones de Irene Montero y Pablo Iglesias, quienes han arremetido contra Yolanda Díaz, actual vicepresidenta del Gobierno y líder de Sumar. Montero, recién nombrada candidata de Podemos para las próximas elecciones generales, ha calificado a Díaz de «hipócrita» y ha insinuado que vive «en una nube de narcisismo». Estas afirmaciones se producen en un contexto electoral donde la competencia por el voto de la izquierda se intensifica.
Irene Montero, en su intento por consolidar su candidatura, ha enfatizado la necesidad de una política que defienda la paz y se oponga al rearme, lo que, según ella, la distancia de la postura de Díaz, quien ha sido acusada de apoyar el aumento del gasto en armamento. En una entrevista reciente, Montero afirmó que la postura de Díaz la acerca más al Partido Socialista que a las bases de Podemos, lo que complica cualquier posibilidad de coalición entre ambas formaciones.
Por su parte, Pablo Iglesias ha ido más allá en sus críticas, dedicando un capítulo de su libro «Enemigos Íntimos» a Yolanda Díaz. En él, Iglesias sostiene que Díaz se ha «enamorado de la fama» y que su ascenso político ha estado marcado por una «personalidad forzada». Iglesias, quien fue el líder de Podemos hasta su salida del Parlamento, ha expresado que la percepción de Díaz ha cambiado drásticamente desde que asumió el cargo de vicepresidenta, sugiriendo que ha perdido el contacto con la realidad política.
Las acusaciones de Iglesias no se limitan a la crítica personal, sino que también apuntan a la estrategia política de Díaz, a quien acusa de ser parte de una «construcción mediática» destinada a debilitar a Podemos. Iglesias ha manifestado que, a pesar de su potencial como líder de la izquierda, Díaz ha caído en una trampa de narcisismo que la aleja de las necesidades reales de la ciudadanía.
La situación se complica aún más con la inminente convocatoria electoral, donde ambos bandos buscan consolidar su base de apoyo. Montero, al ser elegida como la figura principal de Podemos, ha dejado claro que su objetivo es atraer a aquellos votantes que se sienten desilusionados con la política actual y que buscan una alternativa más radical y comprometida con los principios de la izquierda.
La crítica de Montero hacia Díaz también se extiende a su relación con el PSOE, sugiriendo que la líder de Sumar ha hecho concesiones que comprometen los valores fundamentales de la izquierda. En este sentido, Montero ha instado a Díaz a reconsiderar su alineación política y a integrarse más con el PSOE, lo que podría resultar en una fragmentación aún mayor del voto de izquierda en las próximas elecciones.
Iglesias, por su parte, ha defendido a Montero y ha subrayado la importancia de mantener una postura firme contra el rearme y en favor de la paz, posicionándose como un defensor de los principios que, según él, deberían guiar a la izquierda en España. La tensión entre estas figuras políticas refleja no solo una lucha por el liderazgo dentro de Podemos, sino también una batalla más amplia por la identidad y el futuro de la izquierda en el país.
El conflicto entre Montero, Iglesias y Díaz pone de manifiesto las divisiones internas que han surgido en el espacio político de la izquierda, donde las diferencias ideológicas y estratégicas están llevando a un enfrentamiento abierto. A medida que se acercan las elecciones, será crucial observar cómo estas dinámicas afectarán la capacidad de Podemos y Sumar para movilizar a sus bases y competir eficazmente por el voto de la izquierda en un panorama político cada vez más polarizado.