La Princesa Amalia de Holanda ha encontrado en España un refugio y un lugar de disfrute. A sus 21 años, la heredera al trono de los Países Bajos ha desarrollado un profundo aprecio por la cultura y la gente de este país, especialmente tras haber vivido un año en Madrid. Durante su estancia, que tuvo lugar en 2023, la princesa se integró en la vida madrileña, disfrutando de la compañía de amigos y de la vibrante atmósfera del barrio de Salamanca.
Recientemente, Amalia ha vuelto a Madrid para inaugurar un jardín de tulipanes en la Plaza de Oriente, un gesto que simboliza su gratitud hacia la ciudad que la acogió durante un periodo complicado en su vida. Este jardín, que cuenta con 7,000 flores, es un homenaje a su tierra natal y a la hospitalidad que recibió en España. En el evento, la princesa expresó su agradecimiento en español, lo que demuestra su esfuerzo por conectar con la cultura local.
Sin embargo, su amor por España no se limita a la cultura y la amistad. Amalia también ha revelado una afición menos conocida: la caza. Esta pasión, que comparte con su familia, ha llevado a la princesa a visitar España con frecuencia, no solo para disfrutar de su compañía, sino también para practicar este deporte. La caza es una actividad bien conocida en su país, y la familia real holandesa ha sido abierta sobre su afición.
La finca La Ventosilla, ubicada en Polán, Toledo, se ha convertido en uno de los destinos favoritos de la familia real para sus jornadas cinegéticas. Este lugar, que ofrece un entorno ideal para la caza de diversas especies, ha sido visitado por Amalia y sus padres, el rey Guillermo y la reina Máxima, en varias ocasiones. La finca, que cuenta con un palacio del siglo XV y lujosas suites, es un refugio donde la realeza puede disfrutar de la naturaleza y de la caza en un ambiente exclusivo.
La temporada de caza en La Ventosilla atrae a visitantes de toda Europa, y es conocida por sus batidas de ciervos, jabalíes y perdices. La familia real holandesa no es la única que disfruta de este pasatiempo en España; otras casas reales europeas también han sido vistas en actividades similares, lo que refleja un interés compartido por la caza entre la aristocracia.
A pesar de la controversia que a menudo rodea a la caza, la Princesa Amalia ha mantenido su afición en privado, aunque ha sido objeto de atención mediática. En su biografía, se menciona que obtuvo una licencia de caza, aunque inicialmente no tenía intención de utilizarla. Sin embargo, la influencia de su padre, el rey Guillermo, ha sido un factor determinante en su interés por este deporte.
La conexión de Amalia con España va más allá de la caza y la cultura. Su experiencia en Madrid le ha permitido formar lazos significativos y disfrutar de una vida más normal, lejos de las presiones de la realeza. Esta dualidad entre su vida como princesa y su deseo de vivir experiencias auténticas ha resonado con muchos, convirtiéndola en una figura popular tanto en los Países Bajos como en España.
La familia real holandesa ha sabido equilibrar sus responsabilidades oficiales con sus pasiones personales, y Amalia parece estar siguiendo sus pasos. Su amor por España, su habilidad para comunicarse en español y su interés por la caza son solo algunos de los aspectos que la hacen destacar entre la realeza europea.
En un mundo donde la imagen de la realeza a menudo se ve afectada por la crítica, la Princesa Amalia ha encontrado una forma de conectar con la gente y disfrutar de su juventud. Su historia es un recordatorio de que, a pesar de las expectativas que conlleva ser parte de una familia real, siempre hay espacio para la autenticidad y la pasión personal.