El 22 de enero de 2015, Martin Odegaard llegó al Real Madrid, un club que lo había observado como una de las grandes promesas del fútbol europeo. Con solo 15 años, el noruego había impresionado a muchos en su país natal, donde debutó profesionalmente a una edad temprana. Sin embargo, su llegada a uno de los clubes más grandes del mundo no fue un camino fácil. A pesar de su talento indiscutible, Odegaard enfrentó desafíos significativos en sus primeros meses en Madrid, lo que llevó a sus compañeros a reflexionar sobre su adaptación y crecimiento.
Odegaard se unió al Castilla, el equipo filial del Real Madrid, donde comenzó a entrenar bajo la dirección de Zinedine Zidane. Aunque su calidad era evidente, su juventud y timidez jugaron un papel importante en su integración. Rubén Belima, un excompañero, recuerda que Odegaard era «muy tímido» y que le costó adaptarse a un entorno tan competitivo. La barrera del idioma también complicó su relación con otros jugadores, aunque logró formar lazos con algunos, como Lienhart y Reguilón.
Su debut en el Castilla se produjo el 8 de febrero de 2015, y su primera anotación llegó casi un mes después. A pesar de ser considerado uno de los mejores talentos de su generación, su rendimiento en la Segunda B no fue el esperado. La categoría es conocida por ser dura, con jugadores más experimentados que a menudo dificultan que los jóvenes brillen. Marcos Legaz y Álex Craninx, otros excompañeros, coinciden en que la falta de consistencia en sus cifras goleadoras se debió en parte a su delgadez y a la complejidad de la liga.
A pesar de sus dificultades, Odegaard mostró destellos de su talento. Sus entrenamientos eran impresionantes, y muchos de sus compañeros afirmaban que parecía estar en un nivel superior al de los demás. Sin embargo, la presión de ser una estrella joven y la competencia feroz en el primer equipo del Real Madrid hicieron que su camino fuera complicado. En mayo de 2015, hizo su debut en el primer equipo, convirtiéndose en el jugador más joven en hacerlo en la historia del club, lo que subrayó su potencial.
Con el tiempo, Odegaard se dio cuenta de que su desarrollo podría verse limitado en el Castilla. En 2017, fue cedido al Heerenveen en la Eredivisie, donde comenzó a recuperar su confianza y a mostrar el fútbol que lo había llevado a ser considerado una estrella en ascenso. Posteriormente, continuó su carrera en el Vitesse y la Real Sociedad, donde finalmente encontró su lugar y comenzó a destacar nuevamente.
Su paso por el Real Madrid fue breve, pero significativo. A pesar de no haber tenido el impacto esperado, Odegaard dejó una impresión duradera en sus compañeros y en el club. Su contrato inicial, que incluía condiciones favorables, reflejaba las altas expectativas que el club tenía para él. Sin embargo, la realidad de la competencia en el primer equipo y su deseo de jugar regularmente lo llevaron a buscar nuevas oportunidades.
Finalmente, en 2020, Odegaard se unió al Arsenal, donde ha encontrado un rol protagónico y ha asumido el liderazgo como capitán del equipo. Su experiencia en el Real Madrid, aunque desafiante, le proporcionó las lecciones necesarias para triunfar en su nueva etapa. Ahora, se enfrenta a su antiguo club en la Champions League, un escenario que siempre se había anticipado como el lugar donde podría brillar.
El viaje de Odegaard desde sus primeros días en el Real Madrid hasta su actual éxito en el Arsenal es un testimonio de su resiliencia y talento. A pesar de los obstáculos, ha logrado convertirse en un jugador clave en la Premier League, demostrando que, a veces, el camino hacia el éxito no es lineal, sino lleno de giros y aprendizajes.