La Semana Santa en Málaga es un evento de gran relevancia cultural y emocional para sus habitantes, y Antonio Banderas, uno de los hijos más ilustres de la ciudad, ha compartido sus pensamientos sobre cómo se vive esta festividad. Durante el traslado del Cristo de Mena, el actor expresó su deseo de que se replanteen las formas en que los ciudadanos pueden disfrutar de las procesiones, un tema que ha generado debate en los últimos años.
Desde su infancia, Banderas ha estado vinculado a esta celebración. Recordó cómo, a la edad de cinco años, ya se emocionaba al ver el traslado de las imágenes, un evento que para él siempre ha tenido un carácter especial. «El Jueves Santo siempre ha sido como el día grande de la ciudad», afirmó, destacando la importancia emocional y ritual que tiene para los malagueños.
El actor también hizo hincapié en la conexión que siente con la Legión, un cuerpo del Ejército que ha estado presente en la Semana Santa de Málaga durante casi un siglo. En 2013, Banderas fue nombrado legionario de honor, un reconocimiento que refuerza su lazo con esta tradición. «Es un ritual muy bonito de ver», comentó, refiriéndose a la participación de la Legión en las procesiones.
Sin embargo, Banderas no eludió las críticas que han surgido en torno a la organización y la seguridad de la Semana Santa. En su opinión, la festividad pertenece al pueblo y su esencia se ve amenazada por lo que él denomina «privatización». «La Semana Santa es pueblo. Si no existe ese pueblo, no hay Semana Santa», subrayó, sugiriendo que la seguridad no debería comprometer la experiencia de los asistentes.
El actor reconoció que moverse por Málaga durante la Semana Santa se ha vuelto más complicado, lo que ha llevado a muchos a quejarse. «Los malagueños somos muy anárquicos», dijo, refiriéndose a la tendencia de los ciudadanos a querer disfrutar de la festividad a su manera. Banderas, quien a veces se ve obligado a usar su nombre para poder cruzar calles durante las procesiones, admitió que esto puede resultar injusto para aquellos que no tienen su reconocimiento.
«Cuando termina el recorrido oficial, yo me echo a la calle», comentó, enfatizando su preferencia por ver las procesiones en un ambiente más cercano y auténtico, donde se mezcla con la gente. Esta conexión directa con la festividad es lo que realmente le gusta, y sugiere que es necesario encontrar un equilibrio entre la seguridad y la accesibilidad para todos los ciudadanos.
A pesar de las dificultades, Banderas sigue siendo un ferviente defensor de la Semana Santa y de su significado para la comunidad malagueña. Su llamado a repensar la forma en que se organizan las procesiones refleja un deseo de preservar la esencia de esta tradición, asegurando que todos, independientemente de su estatus, puedan disfrutar de la experiencia.
La Semana Santa en Málaga no es solo un evento religioso; es una manifestación cultural que une a la comunidad. Las palabras de Banderas resuenan con muchos que sienten que la festividad debe ser accesible y auténtica, manteniendo su carácter popular y emocional. La reflexión del actor invita a un diálogo sobre cómo mejorar la experiencia de la Semana Santa, asegurando que siga siendo un momento de unión y celebración para todos los malagueños.