La ortiga, conocida científicamente como Urtica dioica, es una planta que ha sido utilizada desde la antigüedad por sus múltiples propiedades medicinales. Aunque su apariencia áspera y sus hojas urticantes pueden provocar rechazo al contacto, una vez procesada, esta planta revela una riqueza fitoterapéutica difícil de igualar. Entre sus muchas formas de consumo, la infusión de ortiga destaca como una de las más eficaces y accesibles, actuando como una herramienta poderosa para depurar el organismo y mejorar la salud general. Pero más allá de sus efectos internos, su repercusión en la piel y el cabello ha despertado el interés tanto de la medicina tradicional como de la cosmética natural contemporánea.
El consumo regular de infusión de ortiga permite al cuerpo liberarse de toxinas, mejorar la circulación y estimular órganos claves en la eliminación de desechos como el hígado y los riñones. Esta acción depurativa no solo influye en la salud interna, sino que se manifiesta en el aspecto externo, favoreciendo una piel más clara, libre de impurezas y un cuero cabelludo más equilibrado, lo que puede traducirse en un cabello más fuerte y brillante. La ortiga, lejos de ser una simple «mala hierba», es una planta regeneradora que conecta lo natural con lo terapéutico.
La infusión de ortiga actúa sobre el organismo como un agente detoxificante profundo, cuyo impacto se percibe más allá de la eliminación puntual de líquidos. Su poder depurativo se origina en la alta concentración de clorofila, flavonoides, ácidos orgánicos y minerales esenciales como el hierro, el silicio y el magnesio. Estos componentes no solo promueven una limpieza interna del cuerpo, sino que también regulan funciones metabólicas clave que previenen la acumulación de toxinas.
El sistema linfático, muchas veces olvidado en los procesos de desintoxicación, se ve especialmente beneficiado con la ortiga, ya que la infusión estimula el drenaje linfático, lo que, a su vez, ayuda a movilizar residuos metabólicos que de otro modo podrían estancarse y provocar inflamación crónica o fatiga. Este proceso es esencial para restablecer un equilibrio interno duradero y no simplemente momentáneo, como sucede con algunos tratamientos de desintoxicación más agresivos.
Además, su acción sobre el hígado no es menor. La ortiga estimula la producción de bilis y mejora la digestión de grasas, lo que optimiza la capacidad del hígado para filtrar toxinas y desechos acumulados. En paralelo, sus propiedades diuréticas suaves pero constantes facilitan la función renal, apoyando la eliminación efectiva de residuos sin forzar los riñones. En este contexto, la infusión de ortiga no actúa como un laxante o diurético agresivo, sino como un modulador natural que restablece los flujos corporales desde un enfoque integral.
Esta depuración sistémica tiene consecuencias directas en la homeostasis del cuerpo, especialmente en los procesos hormonales y en la regulación del azúcar en sangre, dos factores claves en la aparición de afecciones cutáneas como el acné o la dermatitis seborreica. Así, al limpiar desde dentro, la ortiga contribuye indirectamente a la salud de la piel y del cuero cabelludo, sentando las bases para una mejora visible y sostenida.
El impacto de la ortiga sobre la piel y el cabello no es únicamente tópico o cosmético. Su efecto comienza en el interior y se manifiesta progresivamente en la apariencia externa, revelando una conexión directa entre salud interna y estética natural. Según el Inventario Español de los Conocimientos Tradicionales Relativos a la Biodiversidad, «el cocimiento ha sido utilizado comúnmente como último agua de lavado para fortalecer el cabello y evitar su caída».
La piel, al ser uno de los principales órganos de eliminación, refleja de inmediato los cambios que ocurren en el organismo. Cuando este está sobrecargado de toxinas, aparecen signos visibles como granos, enrojecimientos o exceso de grasa. La infusión de ortiga ayuda a revertir esta situación al disminuir la carga tóxica interna, lo que se traduce en una piel más limpia, equilibrada y resistente a procesos inflamatorios. En casos de pieles acneicas, por ejemplo, la ortiga actúa como un modulador de la producción sebácea y como un antiinflamatorio natural.
La presencia de zinc y sílice favorece la cicatrización y renovación celular, acelerando la desaparición de imperfecciones sin dañar la barrera cutánea. Además, gracias a su capacidad para mejorar la circulación sanguínea, la infusión favorece el aporte de oxígeno y nutrientes a las capas dérmicas, algo esencial para mantener una piel luminosa y saludable. El cuero cabelludo, al compartir características fisiológicas con la piel, también se beneficia de esta acción depurativa y nutritiva. La ortiga regula la producción de sebo, lo cual es crucial tanto para quienes sufren de cabello graso como para quienes lo tienen seco por desbalance en la raíz.
Este equilibrio promueve un entorno más saludable para el folículo piloso, reduciendo la caída del cabello y estimulando su crecimiento. El aporte de hierro y vitaminas del grupo B también contribuye a fortalecer la fibra capilar desde dentro, previniendo la rotura y mejorando su textura natural. Además de su consumo interno, muchas personas combinan la infusión de ortiga con su uso externo, aplicándola directamente sobre el cuero cabelludo o como tónico facial. Sin embargo, es importante entender que estos usos solo potencian, pero no sustituyen, los beneficios que se originan en su ingesta regular. La verdadera transformación ocurre cuando el cuerpo se desintoxica, se remineraliza y se reequilibra a través de procesos fisiológicos internos apoyados por plantas como la ortiga.