La reciente reunión entre José Manuel Albares, el ministro de Exteriores de España, y su homólogo marroquí, Nasser Bourita, ha generado un fuerte descontento en el seno del partido Sumar, que forma parte del Gobierno de coalición. Este encuentro, que se llevó a cabo en Jueves Santo y no estaba en la agenda oficial, ha sido criticado por la coordinadora de Sumar, Lara Hernández, quien ha señalado la falta de transparencia en la gestión del Gobierno respecto a la cuestión del Sáhara Occidental.
La postura de Sumar, liderada por Yolanda Díaz, ha sido clara en cuanto a la autodeterminación del pueblo saharaui. Hernández ha manifestado que la posición del PSOE, el partido mayoritario en el Gobierno, no refleja la del Gobierno progresista que se había prometido a la ciudadanía. Esta discrepancia se ha vuelto más evidente tras el giro que dio el Gobierno español en 2022, cuando se decidió apoyar el plan de autonomía marroquí para el Sáhara, lo que ha sido interpretado como un abandono de la histórica postura de España sobre este conflicto.
La coordinadora de Sumar ha enfatizado que existe un amplio consenso social en favor de la autodeterminación del Sáhara, y ha criticado al PSOE por no haber explicado adecuadamente su cambio de postura. «Es el PSOE el que se ha salido de este consenso. No sabemos por qué, porque nunca lo han explicado», ha declarado Hernández, quien también ha dejado abierta la posibilidad de presentar iniciativas en el Congreso para reafirmar el apoyo a la autodeterminación saharaui.
Por su parte, Albares ha defendido la reunión con Marruecos, argumentando que la posición de España sobre el Sáhara está claramente expresada en la declaración de 2022, donde se considera la iniciativa de autonomía marroquí como la base más seria y realista para la resolución del conflicto. Esta afirmación ha sido recibida con escepticismo por parte de Sumar y otros partidos de izquierda, que ven en esta postura un intento de legitimar las acciones de Marruecos en la región.
La crítica de Sumar no se ha limitado a la falta de transparencia en la reunión, sino que también ha incluido un fuerte rechazo a la idea de que el Sáhara pueda ser utilizado como una moneda de cambio en las relaciones diplomáticas con Marruecos. Eva García Sempere, secretaria de Organización de Izquierda Unida, también ha expresado su repulsa ante la reunión de Albares, acusando al Gobierno de hacer «seguidismo de los intereses expansionistas de Marruecos».
La situación se complica aún más por la tensión histórica entre España y Marruecos, especialmente en lo que respecta al Sáhara Occidental, un territorio que ha sido objeto de disputa durante décadas. La decisión del Gobierno español de cambiar su postura ha sido vista como un acto de deslealtad hacia el pueblo saharaui y ha provocado un fuerte rechazo en sectores progresistas de la política española.
En este contexto, la coordinadora de Sumar ha afirmado que su partido seguirá defendiendo la autodeterminación del Sáhara y que buscarán mecanismos para que esta cuestión sea debatida en el Congreso. A pesar de que el acuerdo de coalición entre PSOE y Sumar no menciona explícitamente el tema del Sáhara, Hernández ha dejado claro que la cuestión es fundamental para su partido y que no se quedarán de brazos cruzados ante lo que consideran un giro perjudicial para los derechos del pueblo saharaui.
La falta de claridad y la percepción de deslealtad en la gestión de la política exterior han llevado a Sumar a cuestionar la cohesión del Gobierno. Hernández ha señalado que la reunión de Albares no solo careció de transparencia, sino que también podría tener repercusiones en la relación entre los socios de la coalición. La crítica interna dentro del Gobierno pone de manifiesto las tensiones que pueden surgir cuando las prioridades de los diferentes partidos no están alineadas, especialmente en temas tan sensibles como el Sáhara.
La situación actual plantea un desafío significativo para el Gobierno de coalición, que debe navegar entre las expectativas de sus diferentes socios y la presión de la opinión pública. La cuestión del Sáhara no solo es un tema de política exterior, sino que también toca fibras sensibles en la identidad nacional y en la historia reciente de España. La respuesta del Gobierno a estas críticas y la forma en que maneje la relación con Marruecos serán cruciales para su estabilidad y para la percepción pública de su compromiso con los derechos humanos y la autodeterminación de los pueblos.