Jair Bolsonaro, el expresidente brasileño, ha vuelto a la escena política con un discurso incendiario en São Paulo, donde reunió a miles de seguidores para exigir una amnistía para él y otros implicados en el intento de golpe de Estado del 8 de enero de 2023. Este evento se produce en un contexto de creciente tensión política y judicial en Brasil, donde Bolsonaro enfrenta un proceso penal por su papel en los disturbios que sacudieron la capital.
La manifestación, que tuvo lugar en la emblemática Avenida Paulista, atrajo a aproximadamente 55,000 personas, quienes respondieron a los llamados de Bolsonaro y otros líderes de la ultraderecha. En su discurso, el exmandatario comparó su situación con la de figuras políticas como Donald Trump y Marine Le Pen, sugiriendo que es víctima de una persecución política. «Me quieren cazar como a (Marine) Le Pen», afirmó, mientras instaba a sus seguidores a mantenerse firmes en su apoyo.
El evento fue organizado por el pastor evangélico Silas Malafaia, quien había anticipado una gran movilización. Aunque no alcanzó las cifras esperadas, la convocatoria demostró que el bolsonarismo sigue siendo una fuerza significativa en la política brasileña. Durante su discurso, Bolsonaro también hizo referencia a la madre de Débora Rodrigues, una mujer encarcelada por su participación en los disturbios, criticando la severidad de las penas impuestas a quienes considera inocentes.
A pesar de su inhabilitación política, que lo excluye de la carrera electoral hasta 2030, Bolsonaro busca consolidar su base de apoyo y articular alianzas con otros partidos de derecha en vista de las elecciones de 2026. La presencia de siete gobernadores en el acto, incluido Tarcisio de Freitas, gobernador de São Paulo, subraya su capacidad para movilizar a la ultraderecha.
El clima social en Brasil también juega un papel crucial en esta dinámica. Según encuestas recientes, el 55% de los brasileños siente que su situación económica ha empeorado, lo que ha generado un aumento en el descontento hacia el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. Este malestar se traduce en una disminución de la popularidad de Lula, que ha caído al 24%, el nivel más bajo desde que asumió la presidencia en 2003.
Bolsonaro ha aprovechado este descontento para polarizar aún más la política brasileña, atacando a Lula y su administración. En su discurso, lo calificó de «vago» y defendió su propio legado, buscando recuperar el apoyo de aquellos que se sienten insatisfechos con la actual gestión. La estrategia de Bolsonaro parece estar diseñada para capitalizar el descontento social y posicionarse como la alternativa a un gobierno que muchos consideran ineficaz.
La situación económica, marcada por la inflación y la percepción de un futuro incierto, ha alimentado el resentimiento hacia el gobierno actual. Lula, que enfrenta críticas por la gestión de la economía, se encuentra en una posición delicada, especialmente con la proximidad de las elecciones de 2026. La incertidumbre sobre su capacidad para mantener el apoyo popular podría abrir la puerta a un resurgimiento del bolsonarismo.
En resumen, la manifestación de Bolsonaro en São Paulo no solo es un llamado a la amnistía, sino también una clara señal de que la ultraderecha en Brasil sigue activa y dispuesta a desafiar al gobierno de Lula. A medida que se acercan las elecciones, la polarización política y el descontento social podrían definir el futuro del país y la viabilidad de Bolsonaro como líder de la oposición. La situación en Brasil sigue siendo volátil, y el desenlace de este conflicto político podría tener repercusiones significativas tanto a nivel nacional como internacional.