En el distrito de Bubi, al oeste de Zimbabue, la escasez de agua se ha convertido en un problema crítico que afecta no solo a la agricultura y la ganadería, sino también a la vida de las niñas y mujeres en la región. La historia de Lungisani, un guardián de un depósito de agua, ilustra la desesperación que sienten muchas familias. Con un clima cada vez más hostil, las sequías prolongadas han llevado a un aumento alarmante en los matrimonios infantiles, un fenómeno que se ha intensificado en los últimos años debido a la crisis climática.
Lungisani, quien cuida de una cisterna que apenas gotea, expresa su preocupación por el futuro de su hija de diez meses. La falta de recursos y la sequía han hecho que muchas familias se vean obligadas a tomar decisiones difíciles, como casar a sus hijas a una edad temprana. La maestra Thadine Mpone, que ha dedicado más de dos décadas a la enseñanza, también se siente impotente ante el creciente número de estudiantes que abandonan la escuela debido a embarazos no deseados. La situación es tan crítica que las escuelas han tenido que recurrir a iniciativas de organizaciones sin ánimo de lucro, como Mary’s Meals, que proporciona alimentos a los niños para incentivarlos a asistir a clases y, de esta manera, prevenir matrimonios infantiles.
La crisis del agua ha llevado a que muchas escuelas, como la primaria de Dromoland, enfrenten serias dificultades. La falta de agua potable ha obligado a las cocineras a utilizar métodos poco higiénicos para limpiar utensilios, y los estudiantes a veces pasan horas sin acceso a agua. Esta situación no solo afecta la salud de los niños, sino que también aumenta su vulnerabilidad a situaciones de riesgo, como el matrimonio infantil.
La investigación realizada por Abel Blessing Matsika, un investigador en Harare, ha revelado que el matrimonio infantil en Zimbabue está estrechamente relacionado con la inseguridad alimentaria y la crisis climática. En el distrito de Chiredzi, donde el porcentaje de niñas casadas antes de los 18 años oscila entre el 41% y el 50%, las familias ven el matrimonio como una solución para aliviar la carga económica. Matsika señala que muchas niñas se ven obligadas a buscar un esposo para sobrevivir, mientras que otras son empujadas por sus propias familias con la esperanza de recibir apoyo financiero.
El impacto de la crisis climática es más severo en las zonas rurales, donde la agricultura y la ganadería son la base de la economía local. Con sequías prolongadas, las cosechas se han vuelto escasas, lo que ha llevado a un aumento en los matrimonios infantiles. Clare Lofthouse, otra investigadora involucrada en el estudio, destaca que las niñas son particularmente vulnerables a la violencia de género y a los embarazos precoces, ya que muchas familias no pueden mantener a todos sus miembros debido a la falta de recursos.
A pesar de que el matrimonio infantil es ilegal en Zimbabue, la implementación de la ley sigue siendo un desafío. En 2022, el gobierno aprobó una legislación que tipifica este fenómeno como un delito, pero las organizaciones que luchan contra esta práctica advierten que se necesita más que solo leyes para abordar el problema. La ministra de Asuntos para la Mujer, Monica Mutsvangwa, ha reconocido el impacto negativo de la crisis climática en las familias, pero las soluciones deben ir más allá de las declaraciones públicas.
Las organizaciones como Equality Now y Mujeres y Ley en África del Sur han subrayado que Zimbabue se encuentra entre los países con mayor prevalencia de matrimonios infantiles en África. A pesar de los avances legislativos, estas organizaciones instan a la necesidad de promover iniciativas que apoyen a las supervivientes de matrimonios infantiles, quienes enfrentan numerosos obstáculos, como el estigma social y la falta de acceso a servicios de salud y apoyo psicológico.
La situación en Zimbabue es un claro ejemplo de cómo la crisis climática puede tener efectos devastadores en la vida de las personas, especialmente en las mujeres y niñas. La combinación de sequías, inseguridad alimentaria y matrimonios infantiles crea un ciclo vicioso que perpetúa la pobreza y la desigualdad. Las historias de Lungisani, Thadine Mpone y muchas otras personas en Zimbabue son un llamado urgente a la acción para abordar no solo la crisis climática, sino también las injusticias sociales que afectan a las comunidades más vulnerables. La lucha contra el matrimonio infantil y la promoción de la educación son pasos cruciales para romper este ciclo y construir un futuro más esperanzador para las próximas generaciones.