El ictus se ha convertido en una de las principales preocupaciones de salud pública en Andalucía, siendo la primera causa de muerte entre mujeres y una de las principales fuentes de discapacidad en la población general. Cada año, más de 21,000 casos son diagnosticados en la comunidad, lo que refleja no solo un problema clínico, sino también una realidad epidemiológica que está en aumento. En este contexto, el trabajo del doctor Joan Montaner, neurólogo y director del Plan Andaluz de Ictus, se ha vuelto crucial para abordar esta problemática desde múltiples frentes: diagnóstico precoz, atención aguda, seguimiento, rehabilitación y, especialmente, prevención.
### La Epidemia del Ictus en Pacientes Jóvenes
Una de las tendencias más alarmantes en los últimos años es el aumento de casos de ictus en personas jóvenes, incluso menores de 50 años. Esta evolución se debe a la creciente incidencia de factores de riesgo vascular que afectan a la población andaluza, como el sedentarismo, la obesidad, la hipertensión arterial, el colesterol alto, el tabaquismo y la diabetes. Según datos recientes, más de la mitad de la población andaluza presenta al menos uno de estos factores, lo que plantea un reto significativo para la salud pública.
El doctor Montaner advierte que, si no se toman medidas urgentes, se estima que uno de cada cuatro andaluces sufrirá un ictus a lo largo de su vida. Sin embargo, lo más preocupante es que hasta un 80% de los ictus podrían ser prevenibles mediante la adopción de hábitos saludables y el control de los factores de riesgo. Esto no implica realizar grandes sacrificios, sino más bien implementar cambios sencillos en el estilo de vida, como seguir una dieta equilibrada, realizar actividad física regularmente, dejar de fumar y mantener un control médico adecuado de la presión arterial, la glucosa y el colesterol.
El desafío radica en convencer a la población y a los profesionales de la salud de la importancia de la prevención. Montaner enfatiza que cuidar de los factores de riesgo vascular no solo es una cuestión médica, sino una inversión en salud, calidad de vida y dignidad. La diferencia entre vivir de forma independiente a los 75 o 95 años, o hacerlo con limitaciones severas tras un ictus, tiene un impacto profundo en la vida de las personas y sus familias.
### Innovaciones en el Diagnóstico y Atención del Ictus
Uno de los logros más destacados del trabajo de Montaner ha sido la investigación en biomarcadores del ictus. A diferencia de otras enfermedades, como el infarto de miocardio, donde se realizan análisis de sangre para confirmar el diagnóstico, hasta hace poco no existía un método similar para el ictus. Ante síntomas como la pérdida del habla o la parálisis, no siempre era posible determinar de inmediato si se trataba de un ictus isquémico, una hemorragia cerebral o un tumor.
El equipo de Montaner ha estado trabajando en la identificación de moléculas que se liberan en la sangre en las primeras horas de un ictus. El objetivo es desarrollar una prueba sencilla, portátil y rápida que permita diagnosticar el ictus desde la ambulancia, utilizando solo una gota de sangre. Esto no solo facilitaría la identificación del ictus, sino que también ayudaría a determinar su tipo, lo que permitiría decidir el tratamiento más adecuado y el destino hospitalario más eficiente.
Andalucía ha avanzado en la creación de una red de atención al ictus que prioriza la equidad y la eficiencia. Gracias al Plan Andaluz de Ictus, se han establecido nuevas Unidades de Ictus y se han habilitado centros de trombectomía. Además, se ha implementado un sistema de telemedicina conocido como Teleictus, que permite que cualquier paciente, sin importar su ubicación, reciba atención especializada. Cuando una ambulancia sospecha que un paciente puede estar sufriendo un ictus, se activa el código ictus, y el paciente es derivado al centro más adecuado.
Este modelo ha demostrado ser eficaz, garantizando que la atención al ictus sea igual de efectiva en áreas rurales como en el centro de Sevilla. Sin embargo, aún existen desafíos, especialmente en zonas donde la falta de integración tecnológica limita el acceso a historiales clínicos y complica el seguimiento posthospitalario. Abordar estas barreras es esencial para consolidar una red de atención al ictus verdaderamente universal y conectada.
La fase de seguimiento y rehabilitación es igualmente crucial. Una vez que el paciente ha superado la fase aguda, es fundamental garantizar un seguimiento clínico adecuado y una rehabilitación efectiva. Aunque en los grandes hospitales andaluces este proceso está bastante consolidado, en los centros más pequeños aún faltan recursos y medios diagnósticos para ofrecer una atención completa. Montaner destaca la importancia de acompañar al paciente tras el alta, asegurando su recuperación y restaurando su autonomía y calidad de vida. La atención integral al ictus no solo se centra en evitar complicaciones, sino en mejorar la calidad de vida de los pacientes y sus familias, un aspecto que no debe ser subestimado en la lucha contra esta enfermedad devastadora.