Las tensiones entre Irán y Estados Unidos han llevado a ambos países a buscar un camino hacia la diplomacia, con la reciente llegada del ministro de Exteriores iraní, Abás Araqchí, a Roma para una segunda ronda de negociaciones sobre el programa nuclear iraní. Esta reunión se produce tras una primera ronda en Mascate, Omán, donde se establecieron las bases para un diálogo que, aunque complicado, busca avanzar en la resolución de diferencias.
El portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Ismail Baghaei, ha enfatizado el compromiso de Irán con la diplomacia, destacando que el país actúa con una «mente abierta» y con la intención de resolver los problemas de manera civilizada. Sin embargo, también ha reconocido que el camino hacia un acuerdo no será fácil. Las conversaciones se llevarán a cabo de manera indirecta, con Araqchí y el enviado especial de Estados Unidos para Oriente Medio, Steve Witkoff, mediando a través de diplomáticos omaníes.
En la primera reunión, ambas partes calificaron el encuentro como «constructivo y basado en el respeto mutuo», aunque las diferencias sobre el alcance de las negociaciones siguen siendo significativas. Irán ha dejado claro que su intención es limitar su capacidad nuclear, excluyendo de las discusiones su programa de misiles y su apoyo a grupos regionales como los hutíes en Yemen y Hizbulá en Líbano. Por otro lado, Estados Unidos ha exigido el desmantelamiento del programa nuclear iraní, una demanda que Teherán considera innegociable.
Araqchí ha advertido que las exigencias poco realistas de Estados Unidos podrían obstaculizar la posibilidad de llegar a un acuerdo. En una reciente rueda de prensa en Moscú, el jefe de la diplomacia iraní criticó a Washington por enviar mensajes contradictorios sobre las conversaciones nucleares, lo que añade una capa de complejidad a las negociaciones.
La situación se complica aún más con las advertencias de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), que ha señalado que Irán no está lejos de desarrollar una bomba nuclear. Esto ha generado preocupación en la comunidad internacional y ha llevado a Estados Unidos a mantener una postura firme en las negociaciones.
El presidente estadounidense, Donald Trump, ha continuado con sus amenazas hacia Irán, sugiriendo que no descarta un plan de Israel para destruir las instalaciones nucleares iraníes si no se alcanza un acuerdo. En declaraciones recientes, Trump expresó su deseo de ver a Irán prosperar como un país, pero también dejó claro que no tiene prisa por llegar a un acuerdo, lo que podría interpretarse como una estrategia para presionar a Teherán.
El contexto de estas negociaciones es crucial, ya que el pacto nuclear de 2015, que limitaba el programa nuclear iraní a cambio del levantamiento de sanciones, fue abandonado por Trump durante su primer mandato. Desde entonces, las tensiones han aumentado, y la falta de un marco claro para las negociaciones ha llevado a un estancamiento en las relaciones entre ambos países.
Las conversaciones en Roma representan una oportunidad para ambos lados de revaluar sus posiciones y buscar un terreno común. Sin embargo, la historia reciente de las relaciones entre Irán y Estados Unidos sugiere que cualquier avance será difícil y requerirá concesiones significativas de ambas partes.
A medida que las negociaciones avanzan, el mundo observa con atención, consciente de que el resultado podría tener repercusiones no solo para Irán y Estados Unidos, sino también para la estabilidad en toda la región de Oriente Medio. La comunidad internacional espera que el diálogo pueda abrir la puerta a un futuro más pacífico y estable, aunque los desafíos son considerables y las diferencias profundas.