El robo de cobre en España se ha convertido en un fenómeno alarmante que afecta no solo a la infraestructura del país, sino también a la seguridad y bienestar de sus ciudadanos. Este delito, que parece haber pasado de generación en generación, ha visto un aumento significativo en los últimos años, convirtiéndose en una actividad delictiva organizada que opera con una sorprendente sofisticación. Las organizaciones criminales que se dedican a esta práctica han desarrollado métodos eficaces para llevar a cabo sus robos, lo que ha llevado a un incremento en la frecuencia de estos delitos.
La situación se ha vuelto tan crítica que, en 2024, se registraron más de 4,400 robos de cobre, un aumento notable en comparación con los 2,365 robos reportados en 2021. Este incremento no solo refleja la creciente demanda de cobre en el mercado negro, sino también la falta de medidas efectivas para combatir este tipo de delincuencia. Las autoridades han comenzado a tomar conciencia de la magnitud del problema, pero aún queda mucho por hacer para frenar esta tendencia.
### La Estructura de las Organizaciones Criminales
Las bandas que se dedican al robo de cobre están organizadas de manera jerárquica, con roles bien definidos para cada miembro. En la base de esta estructura se encuentran las familias que tradicionalmente se han dedicado a la sustracción de materiales. Estas familias suelen ser multirreincidentes y han transmitido su “oficio” de generación en generación. La elección de los puntos de robo es estratégica; suelen ser lugares poco vigilados, donde la probabilidad de ser atrapados es mínima.
El proceso de robo comienza con la identificación de un tramo de cable que no cuenta con vigilancia adecuada. Los delincuentes se desplazan en furgonetas o camiones, ya que el cobre es un material pesado y voluminoso. Equipados con herramientas especializadas, arrancan el cable y lo cargan para su transporte. Este primer paso es crucial, ya que requiere tanto habilidad como planificación.
Una vez que el cable ha sido robado, entra en juego el segundo nivel de la organización. Este grupo se encarga de la logística, indicando a los ladrones dónde dejar el material robado. En algunos casos, hay personas esperando para recoger el cobre, mientras que en otros, el material se deja en un punto acordado. Posteriormente, otros miembros de la organización se encargan de trasladar el cobre a un lugar seguro, como una nave industrial, donde puede permanecer oculto durante meses hasta que se encuentre el momento adecuado para su venta.
### El Mercado Negro y la Demanda Internacional
El destino final del cobre robado suele ser el mercado negro, con China como uno de los principales receptores. La razón detrás de esta tendencia radica en la alta demanda de cobre en el país asiático, donde la escasez de suministros ha elevado el precio del material. En el mercado negro, el precio del cobre puede alcanzar hasta 10 euros por kilo, lo que representa un beneficio considerable para las organizaciones delictivas.
La situación se complica aún más por la falta de controles en los desguaces, donde a menudo se vende el cobre robado. Estos lugares suelen operar con escasa regulación, lo que permite que los delincuentes puedan deshacerse del material sin temor a ser detectados. La combinación de una alta demanda y la falta de supervisión ha creado un entorno propicio para el crecimiento de esta actividad delictiva.
Las comunidades autónomas de Castilla-La Mancha, Andalucía y Madrid son las más afectadas por este tipo de robos, concentrando casi la mitad de los incidentes reportados en el último año. La Guardia Civil y otras fuerzas de seguridad han intensificado sus esfuerzos para combatir este problema, pero la creciente sofisticación de las organizaciones criminales presenta un desafío significativo.
En resumen, el robo de cobre en España es un problema que no solo afecta a la infraestructura del país, sino que también plantea serias cuestiones sobre la seguridad y la eficacia de las medidas de prevención. A medida que las organizaciones criminales se vuelven más organizadas y eficientes, es imperativo que las autoridades implementen estrategias más efectivas para abordar esta creciente amenaza. La lucha contra el robo de cobre no solo es una cuestión de seguridad pública, sino también de proteger los recursos y el bienestar de la sociedad en su conjunto.