En el corazón del casco antiguo de Sayalonga, un pequeño pueblo de la Axarquía malagueña, se encuentra uno de los callejones más angostos de Andalucía: el callejón de la Alcuza. Con apenas 55 centímetros de ancho en su parte más estrecha, este peculiar pasaje se ha convertido en un atractivo turístico que, aunque no cuenta con monumentos ni vistas panorámicas, atrae a visitantes curiosos que desean experimentar su singularidad.
### Un Paseo por la Historia
El callejón de la Alcuza no es solo un pasaje estrecho; es un testimonio de la historia y la cultura de la región. Su nombre, que podría derivar del árabe, hace referencia a una vasija cónica, lo que sugiere que su forma podría haber influido en su denominación. Aunque esta hipótesis no está confirmada, lo que sí es cierto es que este tipo de calles estrechas eran comunes en las poblaciones de Al-Ándalus, donde la funcionalidad de las vías era prioritaria.
El profesor Valentín Fernández, un experto en historia medieval, ha estado investigando la evolución de las calles en Sayalonga y ha encontrado que muchas de ellas se han estrechado con el tiempo debido a la expansión de las viviendas sobre la vía pública. En su estudio, también menciona que el inmueble a la izquierda del callejón de la Alcuza fue una casa fuerte, un refugio para los habitantes en tiempos de peligro. Esta información se respalda con documentos históricos y fotografías del Archivo Temboury, donde se puede observar una torre que formaba parte de esta estructura defensiva.
El callejón conecta la iglesia de Santa Catalina con la calle Piaggine, y a lo largo de su recorrido, los visitantes pueden observar la entrada de varias viviendas, incluida la casa natal de Manuel Fernández Mota, un hijo predilecto de Sayalonga. Este rincón no solo es un pasaje, sino un punto de encuentro entre la historia y la vida cotidiana de los habitantes del pueblo.
### Un Espacio Decorado con Creatividad
En los últimos años, el callejón de la Alcuza ha sido objeto de un proceso de ornamentación que ha contribuido a su atractivo. Adornos de ganchillo han sido colocados a lo largo del pasaje, añadiendo un toque de color y creatividad a este espacio tan reducido. Aunque la sombra que ofrecen estos adornos es escasa, su presencia ha ayudado a revitalizar el callejón y a atraer a más visitantes.
A pesar de su estrechez, el callejón de la Alcuza ha logrado convertirse en un símbolo de Sayalonga. La curiosidad que despierta entre los turistas es palpable, y muchos se aventuran a recorrerlo, desafiando la incomodidad de su tamaño. Sin embargo, es importante tener en cuenta que este callejón no es el más estrecho del mundo. El récord mundial lo ostenta un pasadizo en Reutlingen, Alemania, que mide solo 31 centímetros de ancho. En España, el callejón más angosto se encuentra en Urrués, Zaragoza, con 41,5 centímetros.
A pesar de esto, el callejón de la Alcuza se posiciona como el más estrecho de Andalucía, superando a otros pasajes como la calle Zanjilla en Soportújar, que tiene 50 centímetros en su parte más angosta. Este reconocimiento ha contribuido a que el callejón se convierta en un punto de interés para quienes visitan la región.
Además de su estrechez, Sayalonga ofrece otros atractivos que complementan la visita al callejón de la Alcuza. La parroquia de Santa Catalina, situada justo enfrente, es un lugar de interés arquitectónico, al igual que la ermita de San Cayetano, construida por un morabito. Esta última fue objeto de interés en 2007, cuando se descubrieron pinturas que revelaron su historia.
Otro lugar que no se puede pasar por alto es el Cementerio Redondo, conocido por su forma octogonal y rodeado de leyendas esotéricas. Se dice que tiene una relación con la masonería, lo que añade un aire de misterio a este lugar. Curiosamente, el cementerio tiene ocho lados, al igual que la torre campanario de la iglesia de Santa Catalina, lo que sugiere una conexión simbólica entre ambos.
En resumen, el callejón de la Alcuza no solo es un pasaje estrecho, sino un espacio lleno de historia, cultura y creatividad. Su singularidad lo convierte en un lugar que merece ser visitado, no solo por su estrechez, sino por todo lo que representa en el contexto de Sayalonga y la Axarquía. Los visitantes que se aventuran a recorrerlo no solo experimentan la incomodidad de su tamaño, sino que también se sumergen en un viaje a través del tiempo y la tradición de esta encantadora localidad andaluza.