En la era digital, el uso de dispositivos electrónicos en el ámbito educativo ha generado un intenso debate sobre sus efectos en el aprendizaje y la salud mental de los estudiantes. Miguel Ángel Martínez-González, catedrático de Salud Pública en la Universidad de Navarra, ha sido un firme defensor de la necesidad de replantear el uso de tabletas y ordenadores en las aulas. Su enfoque se basa en la premisa de que la dependencia de las pantallas está afectando gravemente la capacidad cognitiva de los jóvenes, lo que ha llevado a un pacto con sus alumnos para regresar a la toma de apuntes a mano.
### La Epidemia del Entontecimiento Masivo
Martínez-González ha calificado la situación actual como una «epidemia de entontecimiento masivo» provocada por el uso excesivo de dispositivos electrónicos. Según él, las pantallas no solo distraen a los estudiantes, sino que también están contribuyendo a un aumento alarmante de problemas de salud mental, como la ansiedad y la depresión. En su libro «12 soluciones para superar los retos de las pantallas», el epidemiólogo hace un llamado a los padres para que implementen medidas similares en casa, como establecer un «aparcamientos para móviles» y un toque de queda digital.
El catedrático sostiene que los jóvenes de hoy enfrentan desventajas significativas debido a la falta de atención y concentración, lo que se traduce en un descenso en su rendimiento académico. Además, menciona que se ha observado una disminución del coeficiente intelectual en la última década, lo que plantea serias preocupaciones sobre el futuro de la educación y la salud pública.
Martínez-González también destaca que el uso de smartphones ha llevado a un aumento en las tasas de suicidio entre los jóvenes, superando incluso a los accidentes de tráfico como la principal causa de mortalidad. Esta alarmante tendencia ha llevado a expertos a considerar el abuso de dispositivos electrónicos como un problema de salud pública que requiere atención urgente.
### Un Pacto por la Educación
En su aula, Martínez-González ha implementado un pacto por escrito con sus alumnos que prohíbe el uso de dispositivos electrónicos durante las clases. Este acuerdo, que los estudiantes aceptan de manera entusiasta, les permite participar activamente en el diseño de la asignatura y establecer las reglas del juego. A cambio de la prohibición de pantallas, los alumnos tienen la oportunidad de decidir aspectos como la cantidad de exámenes parciales o la disponibilidad de clases particulares para resolver dudas.
La política de no permitir dispositivos electrónicos se aplica rigurosamente. Si un estudiante es sorprendido usando un móvil, se le expulsa de la clase, y si la infracción se repite, se imponen restricciones adicionales. Esta estrategia ha demostrado ser efectiva, ya que los alumnos se muestran más centrados y agradecidos por la oportunidad de aprender sin distracciones.
Martínez-González argumenta que el aprendizaje con libros de texto y apuntes a mano es significativamente más efectivo que el aprendizaje mediado por pantallas. Asegura que las tabletas y los ordenadores portátiles son «armas de distracción masiva» que impiden que los estudiantes se concentren en la enseñanza. La interacción cara a cara con el profesor se ve comprometida por las constantes notificaciones y distracciones que ofrecen los dispositivos electrónicos.
El catedrático también critica la decisión de sustituir los libros de texto por dispositivos electrónicos en las aulas, afirmando que fue un error que se cometió sin la información adecuada. A medida que se acumulan las evidencias científicas sobre los efectos negativos de las pantallas en el aprendizaje, se hace evidente que el retorno a métodos más tradicionales podría ser la clave para mejorar la educación.
### La Necesidad de Regular el Uso de Dispositivos
La propuesta de Martínez-González de que los niños no deberían tener acceso a teléfonos móviles hasta los 18 años ha generado controversia. Aunque algunos pueden considerar esta medida extrema, el catedrático argumenta que el cerebro de los adolescentes aún está en desarrollo y no está preparado para manejar la presión y las distracciones que ofrecen las redes sociales y los dispositivos conectados a internet.
La falta de regulación en el uso de dispositivos electrónicos plantea un desafío significativo para los padres, quienes a menudo son demasiado permisivos en el ámbito digital mientras son estrictos en otros aspectos de la vida de sus hijos. Martínez-González advierte que los jóvenes están expuestos a contenidos inapropiados y peligrosos en línea, lo que puede tener consecuencias devastadoras para su salud mental y emocional.
La educación en el uso responsable de la tecnología es un tema crucial, pero el catedrático sostiene que no es suficiente. Los algoritmos de las redes sociales están diseñados para ser adictivos, lo que dificulta que los jóvenes puedan resistir la tentación de revisar sus dispositivos constantemente. La comparación con otras restricciones legales, como la edad mínima para votar o tener un negocio, resalta la necesidad de establecer límites claros en el acceso a la tecnología.
En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, la reflexión sobre su impacto en la educación y la salud mental de los jóvenes es más relevante que nunca. La propuesta de Martínez-González de regresar a métodos de enseñanza más tradicionales podría ser una solución viable para enfrentar los desafíos que presenta la era digital.