La historia de Gordon Sibanda es un reflejo de la dura realidad que enfrentan muchos agricultores en Zimbabue. A sus 61 años, recuerda con nostalgia el tiempo en que su familia dependía de la agricultura para sobrevivir. Sin embargo, la sequía ha transformado su vida y la de muchos otros en la provincia de Matabeleland Norte. «Nunca lo creí posible, pero hace 10 años tuve que dejar de trabajar en el campo. Nuestras tierras se secaron por completo», dice Sibanda, quien ahora se enfrenta a la pérdida de su ganado debido a la falta de agua y alimento.
La agricultura es la columna vertebral de la economía de Zimbabue, con aproximadamente el 90% de la población rural dependiendo de ella para su sustento. Sin embargo, el cambio climático ha puesto en jaque esta forma de vida. Las sequías, inundaciones y olas de calor se han vuelto más frecuentes, afectando la producción de cultivos esenciales como maíz, trigo, sorgo y mijo. Según un informe de la Universidad de Notre Dame, Zimbabue ocupa el puesto 174 en el índice de vulnerabilidad climática, lo que lo convierte en uno de los países más afectados por este fenómeno.
Un estudio del Gobierno de Zimbabue, publicado en 2021, revela que la temperatura media anual ha aumentado en aproximadamente 0,9 grados Celsius desde 1900, mientras que la precipitación ha disminuido en un 5%. Este cambio ha llevado a un aumento en la frecuencia de sequías, que ha pasado del 10% entre 1902 y 1979 al 25% entre 1980 y 2018. La situación se ha agravado aún más, llevando al Gobierno a declarar el estado de catástrofe en varias ocasiones debido a la sequedad extrema.
**Desplazamiento y Crisis Social**
La crisis climática no solo afecta la agricultura, sino que también está provocando un aumento en el desplazamiento de personas. Muchos jóvenes abandonan sus hogares en busca de mejores oportunidades en las minas o emigran a otros países. Esta tendencia es evidente en el distrito de Umguza, donde Sikhululekile, una anciana ciega, cuida de sus seis nietos, cuyos padres han emigrado en busca de trabajo. «Ya ni me acuerdo cuándo fue la última vez que vi a mis hijos», confiesa Sikhululekile, reflejando la desesperanza que sienten muchas familias.
El desplazamiento forzado por el cambio climático está exacerbando las tensiones sociales. Un estudio del Scalabrini Institute for Human Mobility in Africa indica que, históricamente, los desplazamientos en Zimbabue han sido causados por conflictos, desarrollo y desastres naturales. Sin embargo, en la actualidad, los desastres naturales son el principal motor de este fenómeno. La pobreza extrema ha aumentado del 22% en 2011 al 42% en la actualidad, lo que ha llevado a un aumento en los conflictos intercomunitarios, especialmente en áreas donde la minería está en auge.
La minería, aunque resistente a las condiciones climáticas extremas, ha traído consigo problemas ambientales significativos, como la erosión del suelo y la contaminación del agua. A pesar de su potencial para generar ingresos, muchos ciudadanos no ven beneficios tangibles de esta industria, lo que alimenta el descontento social.
**Iniciativas Comunitarias y Resiliencia**
A pesar de los desafíos, las comunidades rurales de Zimbabue están encontrando formas de adaptarse a la nueva realidad. Programas como Mary’s Meal, que proporciona alimentos a niños en edad escolar, son ejemplos de cómo las comunidades están tratando de mitigar el impacto de la crisis alimentaria. En una reciente reunión en el centro escolar Gonye, los ancianos de la comunidad se reunieron para discutir las prioridades locales, que incluyen la sequía, el acceso a drogas y la escasez de agua.
La resiliencia de estas comunidades es admirable. A pesar de la adversidad, los ancianos como Ngwiza, de 72 años, continúan luchando por el bienestar de sus familias. «La gente se va a las minas o emigra, especialmente los hombres, que a veces no vuelven», dice Ngwiza, reflejando la dura realidad de la migración en busca de mejores oportunidades.
El cambio climático ha transformado no solo el paisaje físico de Zimbabue, sino también su tejido social. Las comunidades están aprendiendo a adaptarse, pero la necesidad de un cambio estructural es urgente. La inversión en tecnologías agrícolas sostenibles, la gestión del agua y la educación sobre el cambio climático son esenciales para ayudar a estas comunidades a enfrentar los desafíos del futuro.
La historia de Zimbabue es un recordatorio de que el cambio climático no es solo un problema ambiental, sino también un desafío social y económico. La lucha por la supervivencia en un entorno cambiante es una realidad que muchos enfrentan, y la necesidad de acción colectiva es más urgente que nunca. Las voces de los agricultores, ancianos y jóvenes que luchan por un futuro mejor deben ser escuchadas y apoyadas en su búsqueda de soluciones sostenibles.