La gestión de Irene Montero al frente del Ministerio de Igualdad ha dejado un rastro de controversias y desafíos que continúan afectando a la política española. Desde su llegada al cargo en 2020 hasta su salida en noviembre de 2023, Montero impulsó una serie de reformas que, aunque bien intencionadas, han generado un debate intenso y divisiones dentro del movimiento feminista y entre los partidos políticos. Uno de los aspectos más criticados de su gestión ha sido la implementación de las pulseras antimaltrato, un sistema que, tras su implementación, ha revelado serias deficiencias y ha añadido una nueva capa de conflicto al legado de Montero.
La ley del «solo sí es sí» fue una de las reformas más emblemáticas de su mandato. Esta legislación eliminó la distinción entre abuso y agresión sexual, un cambio que fue celebrado por muchos como un avance en la lucha por los derechos de las mujeres. Sin embargo, la aplicación de esta ley ha tenido consecuencias inesperadas, incluyendo un aumento en las excarcelaciones de agresores sexuales, lo que ha generado una crisis de confianza en el sistema judicial y ha afectado la percepción pública del gobierno. La situación se complicó aún más con la aparición de las pulseras antimaltrato, que se suponía debían ofrecer una mayor protección a las víctimas de violencia de género, pero que han sido objeto de críticas por su funcionamiento deficiente.
### La crisis de las pulseras antimaltrato
Las pulseras antimaltrato fueron introducidas como parte de un esfuerzo por mejorar la seguridad de las víctimas de violencia de género. Sin embargo, desde su implementación, han surgido numerosos problemas que han puesto en entredicho su eficacia. Informes recientes han revelado que algunos de estos dispositivos eran defectuosos, lo que ha llevado a situaciones alarmantes donde las víctimas no recibieron la protección prometida. Este escándalo ha generado un clamor por la rendición de cuentas, y figuras políticas como Isabel Díaz Ayuso han exigido que se depuren responsabilidades en el gobierno.
La fiscalía ha reconocido que algunos acusados de violencia de género fueron absueltos debido a fallos en el sistema de pulseras, lo que ha intensificado la presión sobre el Ministerio de Igualdad y ha llevado a cuestionar la gestión de Montero. La situación ha sido tan grave que algunas víctimas han optado por abandonar el país, sintiéndose desamparadas por un sistema que no les brinda la protección que necesitan. Este descontento ha alimentado un sentimiento de desconfianza hacia las instituciones, especialmente entre las mujeres, que tradicionalmente han sido un bastión de apoyo para el PSOE.
### La división del movimiento feminista
Uno de los legados más duraderos de la era Montero ha sido la fractura del movimiento feminista en España. La aprobación de la Ley Trans, que fue impulsada por Montero, ha generado una profunda división entre feministas clásicas y aquellas que apoyan la nueva legislación. Las feministas tradicionales han expresado su oposición a la ley, argumentando que socava los derechos de las mujeres al permitir que los hombres trans accedan a espacios y servicios diseñados para mujeres. Esta división se ha manifestado en la organización de manifestaciones separadas en el Día Internacional de la Mujer, lo que ha evidenciado la falta de unidad dentro del movimiento.
La ministra Ana Redondo, sucesora de Montero, se ha encontrado en una posición complicada, intentando navegar entre las demandas de ambos sectores del feminismo. Su participación en manifestaciones separadas ha sido criticada por ambos lados, lo que refleja la tensión que persiste en el movimiento. Esta división no solo afecta a la cohesión del feminismo, sino que también tiene repercusiones políticas, ya que el PSOE ha visto un deslizamiento en su apoyo entre las mujeres, un grupo demográfico que históricamente ha respaldado al partido.
La crisis de las pulseras antimaltrato y la división del movimiento feminista son solo dos ejemplos de cómo el legado de Irene Montero sigue influyendo en la política española. A medida que el gobierno de Pedro Sánchez enfrenta nuevos desafíos, la gestión de Montero se convierte en un tema recurrente de debate, con muchos cuestionando si las reformas implementadas durante su mandato han sido efectivas o si han contribuido a agravar los problemas que se pretendían resolver. La situación actual plantea preguntas difíciles sobre el futuro de la igualdad de género en España y el papel que deben desempeñar las instituciones en la protección de las víctimas de violencia de género. A medida que se acercan las elecciones, la capacidad del PSOE para recuperar la confianza de las mujeres y abordar las preocupaciones sobre la seguridad y la igualdad será crucial para su éxito electoral.