La reciente muerte del Papa Francisco, ocurrida el 21 de abril de 2025 a los 88 años, marca un hito significativo en la historia de la Iglesia Católica. Su fallecimiento, a causa de un ictus, ha desencadenado un periodo de duelo y reflexión, así como el inicio del proceso para elegir a su sucesor. Francisco, conocido por ser el primer Papa jesuita y el primer pontífice originario de América, dejó una huella imborrable en la Iglesia y en el mundo.
La noticia de su muerte fue confirmada por el Vaticano a través de un comunicado en redes sociales, donde se destacó que el Papa falleció en su residencia de la Casa Santa Marta. Su salud había sido un tema de preocupación desde que fue diagnosticado con neumonía bilateral en febrero de 2025, lo que llevó a su hospitalización durante 38 días en el hospital Gemelli de Roma.
El protocolo tras la muerte de un Papa es meticuloso y lleno de simbolismo. El Camarlengo, el cardenal encargado de administrar los asuntos temporales de la Iglesia durante la sede vacante, procederá a retirar el anillo papal y sellar las dependencias del Papa. Las campanas de San Pedro sonarán en señal de luto, y se espera que medio millón de fieles asistan al funeral programado para el 26 de abril en la Basílica de San Pedro.
Uno de los aspectos más destacados de la vida del Papa Francisco fue su compromiso con la humildad y la sencillez. En su testamento, expresó su deseo de ser enterrado en un ataúd de madera sin ostentaciones, reflejando su rechazo a la pompa excesiva. Este deseo se alinea con su estilo de vida, que siempre priorizó la pobreza y el servicio a los demás.
El Papa Francisco fue elegido el 13 de marzo de 2013, tras la renuncia de su predecesor, Benedicto XVI, un evento sin precedentes en casi 600 años. Desde entonces, su pontificado se caracterizó por un enfoque en la justicia social, el cuidado del medio ambiente y el diálogo interreligioso. Publicó tres encíclicas que abordaron temas cruciales para la humanidad, como la fe, la fraternidad y la crisis climática.
Con su muerte, la atención se centra ahora en quién será su sucesor. El cónclave, donde los cardenales se reunirán para elegir al nuevo Papa, se llevará a cabo en la Capilla Sixtina, un lugar cargado de historia y tradición. Los cardenales electores, que son 135 menores de 80 años, se reunirán en aislamiento total, y el mundo esperará la señal de la fumata blanca que anunciará la elección del nuevo pontífice.
Entre los posibles sucesores se mencionan nombres como el cardenal Müller, conocido por su postura tradicional, y el cardenal Zuppi, quien ha sido descrito como cercano al legado de Francisco. También se considera al cardenal Luis Antonio Tagle, apodado el «Francisco asiático», por su enfoque pastoral y su conexión con los problemas sociales.
El funeral del Papa Francisco será un evento de gran relevancia, no solo para los católicos, sino para el mundo entero. Líderes de diversas naciones, incluidos el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el presidente de Ucrania, Volodomir Zelenski, han confirmado su asistencia, lo que subraya la importancia del Papa en el ámbito global.
La muerte del Papa Francisco también ha suscitado reacciones internacionales. El Gobierno de China, por ejemplo, expresó sus condolencias, destacando las relaciones constructivas entre Pekín y el Vaticano en los últimos años. Este gesto refleja la influencia del Papa en la diplomacia internacional y su papel como figura de unidad en tiempos de división.
En resumen, la muerte del Papa Francisco no solo marca el fin de una era, sino que también abre un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia Católica. Su legado de humildad, compasión y compromiso con los más necesitados perdurará, mientras el mundo espera con expectación la elección de su sucesor y el futuro de la Iglesia.