En un giro notable en la política migratoria, el gobierno italiano, liderado por Giorgia Meloni, ha decidido emitir casi 500,000 nuevos visados de trabajo para migrantes extraeuropeos hasta el año 2028. Esta medida, que incluye 165,000 visados para el año 2026, se enmarca dentro del llamado «Decreto Flujos», aprobado por el Consejo de Ministros. La decisión se ha tomado en respuesta a las crecientes demandas del mercado laboral italiano, especialmente en sectores como la agricultura, el turismo y el trabajo doméstico. A pesar de la retórica antiinmigrante que ha caracterizado a la coalición de Meloni, este anuncio marca un hito en la historia reciente de Italia, convirtiéndose en uno de los mayores aumentos de visados para trabajadores extranjeros en años.
La política de Meloni ha sido objeto de análisis y críticas, especialmente considerando que su gobierno ha centrado gran parte de su discurso en la lucha contra la inmigración irregular. Sin embargo, expertos como Matteo Villa, un reconocido analista de datos, han señalado que la mayoría de los beneficiarios de estos nuevos permisos serán inmigrantes que ya se encuentran en Italia de manera irregular. Villa ha afirmado que el gobierno de Meloni se ha convertido en el más abierto a los trabajadores extranjeros en la historia del país, lo que contrasta con la imagen que intenta proyectar de un enfoque más restrictivo.
En términos numéricos, la medida se produce después de que entre 2023 y 2025, el gobierno ya había autorizado 450,000 nuevos permisos, lo que eleva el total a casi un millón. Esta cifra es significativamente mayor que los 70,000 permisos emitidos en 2021 y los 75,700 en 2022, años en los que Meloni no estaba en el poder. Este aumento en los visados refleja una necesidad urgente en el mercado laboral italiano, que, según datos de la Unión Italiana de Cámaras de Comercio, requerirá cerca de 640,000 trabajadores adicionales entre 2024 y 2028, lo que representa el 21% del total de la fuerza laboral.
El gobierno ha defendido su decisión como un acto de pragmatismo, argumentando que las cuotas de permisos de trabajo se han determinado en función de las necesidades expresadas por los agentes sociales y las solicitudes presentadas en años anteriores. La presidencia italiana ha subrayado que el objetivo es permitir la entrada de mano de obra esencial para el sistema económico y productivo del país, que de otro modo no podría ser cubierta.
A pesar de las críticas y la retórica de la extrema derecha europea, la realidad del mercado laboral italiano exige una respuesta que, en este caso, se traduce en la apertura a la inmigración laboral. La contradicción entre la política de Meloni y la necesidad de mano de obra se hace evidente, ya que el país enfrenta un déficit de trabajadores en sectores clave. La situación actual pone de relieve la complejidad de la política migratoria en Italia, donde las necesidades económicas parecen prevalecer sobre las posturas ideológicas.
La decisión de aumentar los visados de trabajo también se produce en un contexto en el que el número de inmigrantes en situación irregular en Italia ha disminuido. Según datos de la Fundación ISMU, el número de extranjeros en situación irregular pasó de 520,000 en 2021 a 320,000 en 2024. Esta disminución se ha dado a pesar de que, en el mismo período, alrededor de 400,000 migrantes han llegado al país. Este fenómeno plantea interrogantes sobre la efectividad de las políticas de control de la inmigración y la capacidad del gobierno para gestionar la llegada de nuevos inmigrantes mientras se enfrenta a una creciente demanda de mano de obra.
En resumen, la política migratoria de Italia bajo el gobierno de Giorgia Meloni presenta un panorama contradictorio. Por un lado, se promueve un discurso de restricción y control de la inmigración; por otro, se reconoce la necesidad de abrir las puertas a trabajadores extranjeros para satisfacer las demandas del mercado laboral. Esta dualidad refleja no solo la complejidad de la situación en Italia, sino también las tensiones inherentes a la política migratoria en Europa en general. A medida que el país avanza hacia una mayor apertura en su política de visados, será interesante observar cómo se desarrollan las dinámicas entre la retórica política y las realidades económicas.