La reciente derrota del Girona ante el Betis ha encendido las alarmas en el club catalán, que se encuentra en una situación crítica. Con cuatro derrotas consecutivas y diez jornadas sin conocer la victoria, el equipo ha igualado su peor racha histórica en Primera División, lo que ha generado una gran preocupación entre los aficionados y la directiva. Actualmente, el Girona solo cuenta con tres puntos de margen sobre el Alavés, el primer equipo en zona de descenso, lo que convierte cada partido en una final para evitar caer a la Segunda División.
La temporada había comenzado con grandes expectativas, ya que el Girona debutaba en la Champions League, un hito histórico para la entidad. Sin embargo, lo que se esperaba como un año de gloria se ha transformado en un auténtico calvario. El entrenador, Míchel, ha expresado su frustración, afirmando que el equipo ha «tocado fondo» y que la falta de «alma» es uno de los principales problemas que enfrenta.
Uno de los factores que ha contribuido a esta crisis es la inexperiencia del Girona en competiciones europeas. Míchel ha señalado que la pretemporada fue complicada, ya que no pudo contar con la plantilla completa debido a la llegada tardía de varios jugadores. Esto ha afectado la cohesión del equipo y su capacidad para competir en tres frentes, lo que ha resultado en un desgaste físico y mental significativo.
El calendario apretado de la Champions ha limitado las sesiones de entrenamiento, lo que ha dificultado la implementación de la filosofía de juego del entrenador. La falta de tiempo para trabajar en los automatismos necesarios ha dejado al Girona en una situación vulnerable, donde los errores se han multiplicado y la confianza ha disminuido.
Además, la plantilla ha sufrido una serie de lesiones que han mermado su rendimiento. Hasta 14 lesiones se han registrado en un corto período, lo que ha llevado a Míchel a tener que alinear a jugadores que no estaban en condiciones óptimas. La situación ha sido tan crítica que, en ciertos momentos, el entrenador solo ha podido contar con 12 jugadores de campo, lo que ha limitado las opciones tácticas y estratégicas del equipo.
La pérdida de jugadores clave del once titular que llevó al Girona a la Champions ha sido otro golpe duro. La salida de figuras como Yan Couto, Eric García y Savinho ha dejado un vacío difícil de llenar. Los nuevos fichajes no han logrado alcanzar el nivel esperado, y la falta de gol se ha convertido en un problema alarmante. El máximo goleador del equipo, Stuani, apenas ha anotado siete goles, una cifra muy por debajo de lo que se esperaba tras la exitosa temporada anterior.
La defensa también ha sido un punto débil, con el Girona encajando más goles que en la temporada pasada. La incapacidad para mantener la solidez defensiva ha exacerbado la crisis, y la presión sobre los jugadores ha aumentado. Míchel ha insistido en que el problema no es solo técnico, sino también mental. La confianza del equipo se ha visto afectada, y muchos jugadores parecen dudar de su capacidad para revertir la situación.
A pesar de las adversidades, Míchel se muestra optimista y convencido de que tiene las herramientas necesarias para superar esta crisis. Ha declarado que no se plantea dejar su puesto y que confía en su capacidad para guiar al equipo hacia la salvación. La afición, que ha continuado apoyando al entrenador incluso en los momentos más difíciles, también cree en su capacidad para revertir la situación.
El próximo partido del Girona será crucial. Viajarán a Leganés con la esperanza de comenzar a construir su salvación. La presión es alta, y cada punto cuenta en esta lucha por evitar el descenso. La historia del Girona en la Champions puede haber sido breve, pero ahora el enfoque debe estar en asegurar su lugar en la máxima categoría del fútbol español. La crisis es multifactorial, pero con determinación y un cambio de mentalidad, el Girona podría encontrar el camino hacia la recuperación.