En el contexto político actual de España, el presidente Pedro Sánchez está explorando la posibilidad de crear un frente nacionalista de izquierdas que complemente su debilitado frente amplio. Esta estrategia se ha vuelto evidente tras la reciente actuación de su aliado, el líder de Más País, Iñigo Errejón, quien ha sido utilizado como un peón en este juego político. La situación se complica aún más con la reciente conjura de líderes como Arnaldo Otegi, Ione Belarra y Irene Montero, quienes han manifestado su oposición a la Constitución en un evento en Vitoria.
La maniobra de Sánchez parece estar dirigida a desmantelar a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), un partido que ha sido un socio clave en su gobierno. En las elecciones del 23 de julio, más de 300,000 votos se trasladaron al Partido Socialista de Cataluña (PSC), lo que representa un primer golpe para ERC. A cambio, el líder del PSC, Salvador Illa, ha comenzado a defender los intereses de Esquerra desde la Generalitat, lo que se puede interpretar como un segundo golpe. Ahora, Sánchez busca colocar a Oriol Junqueras en una posición que lo inmovilice, lo que podría considerarse un tercer golpe en su estrategia.
Desde una perspectiva electoral, la coalición que Sánchez está formando no cambiaría drásticamente el panorama político. El objetivo principal no es tanto sumar votos, sino evitar que se dispersan en regiones donde hay partidos coaligados, como Galicia, el País Vasco y la Comunidad Valenciana. Sin embargo, el caso de Andalucía es diferente y podría complicar aún más la situación. En Cataluña, la estrategia de Sánchez podría resultar en un suicidio político para ERC, ya que sus votantes tendrían que elegir entre Belarra y Sánchez, lo que podría llevar a una pérdida significativa de apoyo.
La figura de Iñigo Errejón se presenta como un elemento clave en esta estrategia. A pesar de que algunos lo ven como un posible ministro, su papel parece ser más el de un facilitador en la construcción de este nuevo frente. La situación actual es tal que se ha pasado de figuras como Duran i Lleida a Errejón, lo que refleja un cambio significativo en el panorama político.
Sánchez está intentando preconfigurar el marco mental de la campaña electoral de 2027. Su objetivo es presentar un frente rupturista, plurinacional y antifascista que se oponga a las derechas, a las que considera involucionistas. Esto implica que los próximos comicios se plantearán en términos de crisis constitucional, lo que podría dar a Sánchez una ventaja si logra ser investido nuevamente en 2027. Sin embargo, esto también significa que tendrá que incorporar las exigencias del rupturismo en su programa de gobierno, lo que podría complicar aún más su gestión.
La estrategia de Sánchez se basa en la premisa de que la crisis constitucional es inevitable, ya sea que gobierne o no. Esto lo lleva a prepararse tanto para una batalla final como para una oposición intensa. Desde el inicio de su mandato, Sánchez se dio cuenta de que la coalición Sumar era un artefacto defectuoso, lo que lo llevó a posicionarse a la izquierda de Yolanda Díaz en la campaña del 23 de julio. Su objetivo era atraer votos de Bildu y Podemos, donde Díaz no podía llegar.
La táctica de Sánchez de utilizar y vampirizar a Errejón es similar a cómo utilizó a Díaz en el pasado. Su intención es estirar la legislatura y, a menos que surjan nuevos escándalos, liquidar su partido. Esto podría llevar a la disolución de las Cortes después de las elecciones autonómicas, lo que dejaría a un PSOE debilitado sin otra opción que sostener un plebiscito constituyente. Esta estrategia recuerda a los tiempos de 2015, cuando Sánchez se encontraba en una situación similar, y su futuro político estaba en juego.
En resumen, la estrategia de Sánchez para crear un frente nacionalista de izquierdas es un movimiento calculado en un contexto político complejo. Con la intención de desmantelar a ERC y fortalecer su posición en el panorama político, Sánchez está dispuesto a arriesgarse en un juego que podría tener consecuencias significativas para el futuro de la política española. La figura de Errejón, aunque vista con escepticismo por algunos, se convierte en un elemento crucial en este entramado, mientras que la crisis constitucional se perfila como un tema central en las próximas elecciones.