María Corina Machado ha sido reconocida recientemente con el Premio Nobel de la Paz, un galardón que resalta su incansable labor en pro de los derechos democráticos en Venezuela. Este reconocimiento no solo refleja su compromiso con la democracia, sino también su trayectoria personal y política, marcada por desafíos y adversidades. Nacida en Caracas en 1967, María Corina proviene de una familia con una sólida tradición empresarial e intelectual. Su padre, Henrique Machado Zuloaga, fue un destacado empresario del acero, mientras que su madre, Corina Parisca Pérez, es psicóloga. Desde temprana edad, María Corina mostró un interés por el liderazgo y la acción pública, influenciada por el contexto político y económico que comenzaba a gestarse en Venezuela durante las décadas de los 80 y 90.
**Formación Académica y Primeros Pasos en la Política**
María Corina Machado estudió Ingeniería Industrial en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), una de las instituciones educativas más prestigiosas del país. Posteriormente, se especializó en Finanzas en el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA) y participó en un programa de Liderazgo en Políticas Públicas en la Universidad de Yale, en Estados Unidos. Su formación técnica y su enfoque liberal en lo económico han sido fundamentales en su desarrollo como líder política.
En 1990, contrajo matrimonio con Ricardo Sosa Branger, con quien tuvo tres hijos: Ana Corina, Ricardo y Henrique. Sin embargo, el matrimonio se disolvió en 2001, lo que marcó un punto de inflexión en su vida personal y profesional. Desde entonces, ha mantenido un perfil bajo en su vida privada, aunque ha reconocido que la persecución política ha llevado a que sus hijos vivan fuera del país por razones de seguridad.
El activismo de María Corina comenzó a tomar fuerza a inicios de los años 2000, cuando cofundó la organización civil Súmate, dedicada a la observación electoral y la promoción de la participación ciudadana. Desde esta plataforma, jugó un papel crucial en la recolección de firmas para el referéndum revocatorio contra Hugo Chávez en 2004, lo que la convirtió en una figura prominente de la oposición y la colocó en el punto de mira del gobierno.
**Desafíos y Perseverancia en la Oposición**
En 2010, María Corina fue elegida diputada a la Asamblea Nacional por el estado Miranda, destacándose por su postura frontal contra el chavismo y sus intervenciones directas en el Parlamento. Sin embargo, su mandato fue interrumpido en 2014, cuando la Asamblea Nacional, controlada por el oficialismo, la destituyó bajo el argumento de que había aceptado representar a Panamá ante la Organización de Estados Americanos (OEA) sin autorización.
A pesar de los obstáculos, María Corina ha continuado su lucha por la democracia en Venezuela. Su visión política se caracteriza por un fuerte liberalismo económico y un rechazo al socialismo, al que considera responsable de la crisis institucional del país. Ha abogado por sanciones internacionales contra el régimen de Nicolás Maduro y ha denunciado la falta de condiciones democráticas en los procesos electorales.
En 2023, se convirtió en la gran favorita de la oposición al ganar las elecciones primarias con más del 90 % de los votos. Sin embargo, poco después fue inhabilitada políticamente durante 15 años por la Contraloría General, lo que no detuvo su activismo. A pesar de las inhabilitaciones y amenazas, María Corina ha mantenido su liderazgo y ha continuado recorriendo el país, denunciando la represión estatal y trabajando en la construcción de un futuro democrático para Venezuela.
En 2024, ante la imposibilidad de inscribirse como candidata presidencial, designó a la filósofa Corina Yoris como su sucesora en la contienda. Sin embargo, el Consejo Nacional Electoral impidió también su postulación. Tras las elecciones presidenciales, María Corina denunció un fraude masivo y aseguró tener pruebas de manipulación de resultados, lo que refleja su compromiso inquebrantable con la verdad y la justicia.
A pesar de las adversidades, María Corina ha enfrentado su situación con valentía. Aunque ha sido objeto de persecución política y ha vivido en un estado de aislamiento, ha declarado que sigue trabajando más de 20 horas al día por la causa que defiende. Su vida ha cambiado drásticamente, pasando de ser una figura pública activa a estar recluida, pero su determinación y resiliencia continúan siendo un faro de esperanza para muchos venezolanos que anhelan un cambio en su país. Su historia es un testimonio de la lucha por la democracia y los derechos humanos, y su reciente reconocimiento con el Premio Nobel de la Paz es un reflejo de su incansable esfuerzo por un futuro mejor para Venezuela.