Pablo Urdangarin, a sus 24 años, se ha convertido en un referente dentro del balonmano español, destacándose no solo por su talento deportivo, sino también por su capacidad de manejar la presión mediática que conlleva ser parte de la Familia Real. En una reciente entrevista con TVE, el joven deportista habló abiertamente sobre los desafíos que ha enfrentado a lo largo de su vida, especialmente en relación con la atención constante de los medios.
Desde su infancia, Pablo ha estado bajo el escrutinio público, una situación que se ha intensificado debido a las controversias que han rodeado a su familia. A pesar de esto, ha logrado mantener un perfil bajo, optando por mantener sus redes sociales privadas y evitando la exposición innecesaria. En su conversación, admitió que la presión mediática ha sido una carga que ha llevado sobre sus hombros, pero ha encontrado formas de lidiar con ella. «Si quiero quedar con amigos y está la prensa, pues lo bloqueo y me olvido de ello. Y ya está», afirmó con una madurez sorprendente para su edad.
El balonmano es su refugio y su pasión. Pablo juega actualmente en el BM Granollers, donde ha heredado el amor por este deporte de su padre, Iñaki Urdangarin, quien también fue un destacado jugador. Con el dorsal 77 en su camiseta, Pablo se esfuerza por construir su propia carrera en el deporte, mientras lidia con las comparaciones inevitables con su padre. «Que me comparen con él significa que algo estoy haciendo bien», expresó, mostrando su deseo de seguir sus pasos, aunque reconociendo que cada uno tiene su propio estilo y enfoque en el juego.
La influencia de Iñaki en su vida es innegable. Pablo ha mencionado que su padre le brinda apoyo, especialmente en aspectos mentales, lo que le ayuda a enfrentar la presión de los partidos. «Siempre le llamo antes de los partidos», reveló, destacando la importancia de esa conexión familiar en su desarrollo como deportista. A pesar de las diferencias en sus trayectorias, Pablo se siente orgulloso de ser considerado «la versión mini y ágil» de su padre, y aspira a alcanzar un nivel similar de éxito.
En el vestuario, Pablo se siente como uno más. Sus compañeros lo tratan con normalidad, lo que le permite disfrutar del deporte sin la carga de su apellido. «Soy un tío normal que caigo bien. Pueden decirme cualquier cosa», comentó, reflejando su deseo de ser valorado por su habilidad en la cancha y no por su linaje. Esta actitud le ha permitido integrarse plenamente en el equipo, donde comparte momentos de camaradería y celebraciones tras las victorias, como la reciente victoria contra el FC Barcelona, que fue un hito significativo en su carrera.
Pablo Urdangarin es el octavo en la línea de sucesión al trono español, pero ha decidido centrarse en su carrera deportiva y alejarse de la vida institucional. En su conversación con la agencia Efe, expresó su deseo de ser el mejor en lo que hace y de seguir trabajando cada día. Reconoció que gestionar el regreso a la competición tras una lesión es un desafío, pero está decidido a superarlo, tal como lo hizo su padre en su carrera.
A medida que avanza en su trayectoria, Pablo ha comenzado a acumular logros y reconocimientos, como ser nombrado MVP en un reciente partido. Este tipo de éxitos no solo refuerzan su posición en el balonmano, sino que también le permiten construir su propia identidad, separándose de la sombra de su familia. Su historia es un ejemplo de cómo, a pesar de las dificultades y la presión, es posible encontrar un camino propio y destacar en el ámbito elegido.
La vida de Pablo Urdangarin es un testimonio de resiliencia y dedicación. A medida que continúa su carrera en el balonmano, su enfoque en el deporte y su capacidad para manejar la atención mediática lo convierten en un joven prometedor, no solo en el ámbito deportivo, sino también como un miembro de la Familia Real que busca forjar su propio destino.