El presidente argentino Javier Milei ha enfrentado un significativo revés político tras el rechazo del Senado a sus nominaciones para el Tribunal Supremo. En un contexto de crisis económica y tensiones políticas, la votación ha puesto de manifiesto las dificultades que enfrenta el mandatario en su intento de consolidar su poder.
Milei, quien ha estado en el cargo durante aproximadamente 16 meses, había propuesto a dos jueces para ocupar vacantes en el Tribunal Supremo: Ariel Lijo, un juez federal, y Manuel García-Mansilla, un académico conservador. Sin embargo, el Senado, en una votación que reflejó una amplia oposición, decidió no aprobar estas designaciones, lo que ha generado un impacto considerable en la estabilidad de su gobierno.
La Oficina del Presidente emitió un comunicado en el que criticó la decisión del Senado, argumentando que se basó en «motivos meramente políticos» y no en la idoneidad de los candidatos. La situación se complica aún más dado que el Tribunal Supremo se queda con solo tres miembros desde diciembre, lo que limita su capacidad de funcionamiento.
El rechazo a las nominaciones de Milei es un hecho sin precedentes desde el retorno a la democracia en Argentina en 1983. Este evento ha sido calificado como un «cachetazo» por varios medios, subrayando la gravedad de la derrota política que enfrenta el presidente. La votación ha unido a la oposición peronista y a sectores de la derecha tradicional, que han estado en desacuerdo con Milei por diversas razones, incluyendo el control legislativo en la capital.
García-Mansilla, uno de los candidatos rechazados, había manifestado previamente su negativa a aceptar un nombramiento por decreto, pero tras ser propuesto por Milei, no dudó en prestar juramento. Esta contradicción ha sido objeto de críticas, y algunos senadores han señalado que su designación no es legítima. El senador peronista José Mayans ha calificado la acción de Milei como una «canallada» y ha advertido sobre las implicaciones de permitir nombramientos sin consenso.
La situación se complica aún más con la intervención del juez federal Alejo Ramos Padilla, quien ha dictado una orden cautelar que impide a García-Mansilla participar en los casos que se tramitan en el Supremo. Esto añade una capa de incertidumbre sobre el futuro de la composición del Tribunal y la legitimidad de sus decisiones.
El rechazo de las nominaciones también ha puesto de relieve las tensiones internas dentro del gobierno de Milei, especialmente con su vicepresidenta, Victoria Villarruel. A pesar de que ambos han sido aliados, las diferencias han emergido, y la vicepresidenta ha tomado una postura activa en la defensa de la institucionalidad, incluso impidiendo maniobras que buscaban suspender la sesión del Senado.
La derrota en el Senado no solo afecta la imagen de Milei, sino que también plantea interrogantes sobre su capacidad para gobernar en un entorno donde la oposición parece unida en su rechazo a sus políticas. La situación económica del país, marcada por la inflación y la necesidad de un préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI), añade presión sobre el presidente, quien ha viajado a Estados Unidos en busca de apoyo financiero.
El futuro político de Javier Milei se presenta incierto, con un Congreso que ha demostrado su capacidad para frenar sus iniciativas. La votación en el Senado podría ser un indicativo de un cambio en la dinámica política argentina, donde la oposición ha encontrado un terreno común para desafiar al gobierno. A medida que se acercan las elecciones, la capacidad de Milei para navegar estas aguas turbulentas será crucial para su permanencia en el poder y la implementación de su agenda política.