En las horas previas a la inauguración oficial de la Cuarta Conferencia Internacional para la Financiación al Desarrollo, el Palacio de Exposiciones y Congresos de Sevilla se encuentra en plena actividad. Este evento, que comenzará el lunes, marca un hito significativo al ser la primera vez que Europa acoge un foro de esta magnitud, donde se discutirán temas cruciales sobre la desigualdad entre el Norte y el Sur del mundo. A pesar de los desafíos, la celebración de esta cumbre representa un avance en la lucha por la justicia social y económica a nivel global.
La historia de estas conferencias se remonta a 2002, cuando se llevó a cabo la primera en Monterrey, México. Desde entonces, se han realizado encuentros en Doha y Addis Abeba, donde se abordaron temas como la fiscalidad y la deuda de los países en desarrollo. Sin embargo, en la última década, ha habido un estancamiento en los avances, exacerbado por la pandemia que dejó un vacío en las políticas de desarrollo. La cumbre de Sevilla busca retomar el impulso perdido y generar un espacio de diálogo sobre cómo financiar el desarrollo sostenible.
Uno de los puntos críticos que se abordará en esta conferencia es la representación de los países. De las más de 150 delegaciones esperadas, solo alrededor de 60 enviarán a sus líderes, lo que refleja la falta de compromiso de algunos gobiernos con respecto a estas políticas. La ausencia de Estados Unidos, que históricamente ha sido uno de los mayores donantes de ayuda para el desarrollo, es un claro ejemplo de la falta de interés en el tema. La política de «America First» ha llevado a la administración actual a retirarse de negociaciones previas, dejando a muchos en la comunidad internacional preocupados por el futuro de la cooperación global.
A pesar de estos desafíos, Europa se presenta como un bastión de apoyo a los derechos humanos y la cooperación internacional. La presencia de líderes como Ursula Von der Leyen y Antonio Costas en la cumbre es un indicativo de que, aunque hay retrocesos, aún hay un compromiso por parte de algunos países europeos para abordar la crisis de desarrollo. Sin embargo, la situación de la ayuda humanitaria en Europa no es tan optimista como parece. Muchos países que antes cumplían con el objetivo del 0,7% del Producto Nacional Bruto (PNB) en ayuda al desarrollo están retrocediendo en sus compromisos debido a la creciente ola de populismo y políticas antimigratorias.
En este contexto, España, como país anfitrión, ha mostrado una tendencia ascendente en sus porcentajes de ayuda, aunque aún está lejos del objetivo del 0,7%. El presidente Pedro Sánchez tiene una agenda intensa durante la cumbre, donde buscará posicionar a España como un aliado de los países en desarrollo. Sin embargo, esta imagen se verá contrastada con la decisión de España de ajustar su aportación en la última Cumbre de la OTAN, lo que ha generado críticas por parte de organizaciones de desarrollo.
Uno de los temas más relevantes que se discutirá en la cumbre es la cuestión de la deuda. Muchos países en desarrollo enfrentan una carga insostenible de deuda que les impide invertir en salud y educación. Según un informe de la ONU, casi la mitad de la población mundial vive en países que gastan más en el pago de la deuda que en servicios básicos. La falta de un marco internacional que regule la deuda es una de las principales demandas de los países en desarrollo, que buscan establecer normas justas para evitar que esta situación se perpetúe.
A pesar de que la sociedad civil ha estado involucrada en el proceso de redacción de los documentos para la cumbre, muchos se sienten frustrados por la falta de transparencia en las negociaciones. La opacidad en la elaboración del documento final ha generado desconfianza y ha llevado a la conclusión de que las voces de los países en desarrollo no están siendo escuchadas adecuadamente. Las organizaciones de desarrollo han denunciado que, aunque se han logrado algunos avances en la fiscalidad, la creación de una convención internacional sobre deuda sigue siendo una demanda insatisfecha.
En medio de estos desafíos, la infancia emerge como un tema central en las discusiones. Organizaciones como UNICEF están abogando por que las decisiones tomadas en la cumbre prioricen la protección de los niños más vulnerables. La idea es que la inversión en la infancia no solo es una cuestión de ayuda, sino una estrategia para garantizar un futuro más sostenible y equitativo.
A medida que la cumbre se acerca, Sevilla se convierte en el epicentro de un debate crucial sobre el futuro del desarrollo global. Con más de 11,000 asistentes y una ciudad blindada para garantizar la seguridad del evento, se espera que los debates que se lleven a cabo en el plenario sean seguidos de cerca por más de 500 medios de comunicación. La atención del mundo estará centrada en Sevilla, donde se jugarán decisiones que podrían tener un impacto significativo en la lucha contra la pobreza y la desigualdad en el planeta.