Las relaciones entre el Partido Popular (PP) y Vox se han vuelto cada vez más tensas, especialmente en lo que respecta a la inmigración. Esta situación ha sido avivada por las acusaciones de Vox hacia el PP, que considera que sus propuestas han sido copiadas. En una reciente rueda de prensa, el portavoz nacional de Vox, José Antonio Fúster, criticó fuertemente al expresidente José María Aznar, quien había declarado que «la extrema derecha ha capturado la inmigración con un discurso xenófobo». Fúster, en un tono mordaz, sugirió que Aznar debería «salir en procesión de Semana Santa vestido de nazareno y flagelarse por todas las cosas malas que ha hecho en este país», refiriéndose a su gestión de la inmigración irregular durante su mandato.
Fúster argumentó que Aznar fue responsable de las «más grandes regularizaciones de inmigración» en España, afirmando que durante su gobierno se regularizó a un gran número de inmigrantes ilegales. Esta crítica no solo se centra en el pasado, sino que también busca cuestionar la legitimidad de las afirmaciones de Aznar sobre la extrema derecha y su relación con la inmigración. El portavoz de Vox se mostró escéptico sobre a qué extrema derecha se refería Aznar, recordando que este había expresado su intención de votar por Joe Biden o Kamala Harris, lo que, según Fúster, contradice su posición actual.
La tensión entre Vox y el PP no se limita a las declaraciones de Aznar. Fúster también arremetió contra el PP por lo que considera «contradicciones» en su enfoque hacia la inmigración. Para ilustrar su punto, presentó un video con declaraciones pasadas de Alberto Núñez Feijóo, líder del PP, y otros miembros del partido, donde se evidencian cambios en su discurso sobre la inmigración. En particular, Fúster se centró en Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, a quien acusó de desconocer aspectos fundamentales del código civil español, como el hecho de que la nacionalidad no se obtiene automáticamente por nacer en el país.
Por otro lado, el PP ha comenzado a delinear un plan migratorio que busca endurecer su postura en esta materia. Este plan, coordinado por la vicesecretaria de Coordinación Sectorial del PP, Alma Ezcurra, incluye medidas como la expulsión de inmigrantes irregulares que cometan delitos graves, la exclusión de ayudas sociales para aquellos que no hayan cotizado previamente y un sistema de visado por puntos que priorice a inmigrantes de origen hispanoamericano. Estas propuestas han sido recibidas con críticas por parte de Vox, que considera que el enfoque del PP es aún demasiado «flojo».
La dinámica entre ambos partidos refleja un cambio en el panorama político español, donde la inmigración se ha convertido en un tema candente. Vox ha capitalizado el descontento de una parte de la población hacia la inmigración, mientras que el PP intenta recuperar terreno ante la presión de su rival. Este conflicto no solo pone de manifiesto las diferencias ideológicas entre ambos partidos, sino que también revela la complejidad de la política española en un contexto donde la inmigración y la identidad nacional son temas de debate constante.
En este clima de confrontación, Vox ha anunciado su intención de enmendar el plan migratorio del PP en todos los parlamentos autonómicos, buscando influir en las posiciones iniciales del partido conservador. Esta estrategia pone de relieve la ambición de Vox de posicionarse como el verdadero defensor de una política migratoria estricta, mientras que el PP intenta equilibrar su imagen ante un electorado que se muestra cada vez más dividido en cuestiones de inmigración.
La situación actual plantea interrogantes sobre el futuro de las relaciones entre Vox y el PP, así como sobre la dirección que tomará la política migratoria en España. A medida que ambos partidos continúan sus intercambios de acusaciones y críticas, la opinión pública observa atentamente, esperando ver cómo estas tensiones influirán en las próximas elecciones y en la formulación de políticas que afecten a la inmigración en el país. La inmigración, un tema que ha sido históricamente divisivo, se presenta ahora como un campo de batalla clave en la lucha por el poder político en España, donde cada partido busca establecer su narrativa y atraer a un electorado cada vez más consciente de estas cuestiones.