La reciente propuesta de paz de Donald Trump para Ucrania ha generado un gran revuelo, ya que incluye condiciones que Kiev considera inaceptables. La propuesta, que busca poner fin al conflicto que ha asolado la región desde 2014, implica que Ucrania ceda a Rusia las regiones ocupadas, incluyendo Crimea, lo que ha sido rechazado de manera contundente por el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
Trump, junto a su vicepresidente J.D. Vance, ha estado presionando a Zelenski para que acepte este plan, que se considera más favorable a Moscú. En sus declaraciones, Zelenski ha enfatizado que Ucrania no reconocerá la ocupación de Crimea, afirmando que «no hay nada de lo que hablar» y que esto viola la Constitución ucraniana. La respuesta de Trump a estas afirmaciones ha sido crítica, sugiriendo que las palabras de Zelenski son «muy dañinas para las negociaciones de paz con Rusia». Además, Trump ha atacado personalmente a Zelenski, cuestionando su liderazgo y sugiriendo que no tiene «nada de qué presumir».
La presión sobre Ucrania se intensificó cuando Vance, en un viaje oficial a India, emitió un ultimátum, advirtiendo que Estados Unidos podría abandonar los esfuerzos por lograr un acuerdo de paz si tanto Rusia como Ucrania no aceptan la propuesta estadounidense. La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Levitt, ha indicado que la paciencia de Trump se está agotando, y que está frustrado con la postura de Zelenski, quien, según ella, «parece estar moviéndose en la dirección equivocada».
El plan de paz presentado por Estados Unidos se compone de siete puntos, comenzando con un alto el fuego inmediato y el inicio de conversaciones directas entre Rusia y Ucrania, condiciones que Kiev podría aceptar. Sin embargo, las complicaciones surgen en los siguientes puntos, donde se propone congelar las líneas territoriales actuales, permitiendo a Rusia mantener la mayoría del territorio capturado en la última década. Además, el plan incluye el reconocimiento de la anexión de Crimea por parte de Estados Unidos y la prohibición de que Ucrania se una a la OTAN, lo que representa una victoria significativa para Putin.
A pesar de que el plan ha sido recibido con más aceptación en Moscú, tanto Rusia como Ucrania han expresado su insatisfacción con las condiciones propuestas. Un portavoz del Kremlin ha indicado que aún queda mucho trabajo por hacer, mientras que la viceprimera ministra ucraniana, Yulia Svyrdenko, ha declarado que «no habrá acuerdo que dé a Rusia las bases firmes que necesita para reagruparse y volver con mayor violencia». Esto pone de manifiesto las dificultades inherentes a las negociaciones, que se evidenciaron en una reciente reunión en Londres, donde el plan estadounidense fue el eje central, pero cuya importancia fue minimizada tras la cancelación de la participación del Reino Unido.
La situación en Ucrania sigue siendo tensa, y la presión de Estados Unidos sobre Zelenski para que acepte concesiones a Rusia podría tener repercusiones significativas en el futuro del país. La comunidad internacional observa con atención cómo se desarrollan estos acontecimientos, ya que el conflicto ha tenido un impacto profundo en la estabilidad de la región y en las relaciones entre Occidente y Rusia. La postura de Ucrania, firme en su rechazo a ceder territorio, se enfrenta a un desafío considerable en un momento en que las negociaciones de paz parecen estar estancadas. La presión de Trump y su administración podría cambiar el rumbo de las conversaciones, pero también podría intensificar las tensiones en un conflicto que ya ha causado un sufrimiento inmenso a la población ucraniana.